Hace once años que se instaló en Londres y sigue enamorado de la ciudad. Graduado en Turismo, Rubén, un cordobés de Ciudad Jardín, se instaló en la capital británica cuando él y su mujer, escocesa, ubicaron su hogar en un punto medio de sus ciudades natales. Se ha pasado casi una década trabajando en el Borough Market, el mercado donde ahora regenta su propio restaurante, el Lobos Meat&Tapas. Ejemplo de multiculturalidad, su bar fue testigo directo del atentado ocurrido en la capital británica. Ese día él estaba al frente del otro Lobos, en el Soho, pero tiene información de primera mano. Su gerente, J., un compañero catalán, vivió lo ocurrido en carne propia y fue capaz de mantener la calma y proteger a la clientela de la barbarie. «Demostró una entereza increíble». Escuchar la descripción de los hechos en boca de Rubén resulta escalofriante. Por momentos, la imaginación reproduce imágenes de películas de ficción, donde zombies, lobos rabiosos o alienígenas transitan por una gran ciudad asesinando a diestro y siniestro a sangre fría. No es de extrañar que quienes presenciaron la masacre estén ahora en estado de shock. «J. estaba al frente del Lobos cuando vio pasar una muchedumbre aterrorizada y cerró la puerta de atrás pensando que era una pelea motivada quizás por la Champions», recuerda. El restaurante tiene dos accesos, uno conecta con el mercado por un túnel y el otro con el puente de Londres. «Tras cerrar atrás se fue a la puerta de delante, de cristal, que estaba abierta con una cuña por el calor y la cerró, quedándose a sujetarla para que nadie entrara. En ese momento vio cómo delante de sus narices un hombre se echaba sobre una mujer rubia y la apuñalaba una y otra vez». Según Rubén, su compañero le había llamado minutos antes para hablarle de lo que estaba viendo y él llamó a su familia en Córdoba para alertarles y evitar que se asustaran. «Aún no había salido nada en los medios, la gente no sabía lo que estaba pasando, pero él tuvo la entereza y el instinto de quedarse ahí y aguantar para evitar que entraran en el restaurante, donde se vivieron escenas de pánico, una clienta se desmayó y un hombre, fruto del alcohol y del shock, intentó salir del bar». La Policía no tardó en llegar, pero a los terroristas, «que asesinaban con una frialdad y precisión pasmosa», explica; aún les dio tiempo de continuar su reguero de sangre en otros bares cercanos. «Siguieron calle abajo apuñalando gente en una taberna, en un mexicano, en un bar del final de la calle... y luego volvieron como si nada calle arriba, no les preocupaba huir, fue a la vuelta cuando la Policía los abatió», relata. Para Rubén, Londres actuó de forma ejemplar. «En la zona había gente normal que reaccionó intentando proteger y ayudar». En su opinión, la capital británica sigue siendo un oasis multicultural donde ni el brexit ni estos episodios han hecho mella, al contrario, «la ciudad se ha vuelto más acogedora que antes con el extranjero y con los musulmanes, porque rechaza ese intento de demonización». Los terroristas no han logrado su objetivo. «Este es un lugar muy seguro, nadie debería dejar de venir por miedo, en cuestión de minutos había helicópteros y decenas de patrullas de policía, pero este tipo de atentados son casi imposibles de prevenir».