Se trata del título de una canción de verano que juega con las palabras en este momento en que la gente, política sobre todo, pregunta. Tantos los que se van como los que vienen. Ya saben, con música del inolvidable Manolo Escobar, siempre de actualidad aunque no esté entre nosotros. Al portero Iker Casillas lo han recibido en Oporto con el ¡Que viva España! del gran andaluz Manolo, que fue un gigante en lo suyo. Siempre recordaré, hace ya muchos años, cuando en la estación de Almería encontré en el tren que iba hasta Barcelona a un hombre joven, de gesto resuelto, que después de saludarme --yo hacía entonces mucha radio, ni televisión había--, vino a decirme.

--Tome nota, señor Medina. Me llamo Manolo Escobar, soy de El Ejido, de los que están recogiendo melones, y me voy a Barcelona, a ver si tengo la suerte que me hace falta.

--Pero, ¿va usted también a ser, en Cataluña, campesino?

Y me respondió, agitando la talega que llevaba colgando de su mano de agricultor.

--No señor, que soy cantante. Ya le dije que no se olvide de este nombre. Manolo Escobar, para servirle.

Y hasta hoy. Noticia alegre para empezar y con intención política, sin género de dudas. Y la alegría de poder contemplar tan cerca a Susana Díaz, que ha venido desde Sevilla hasta Córdoba solo para hacer la visita institucional al Ayuntamiento cuando la presidenta de la Junta está casi a punto de dar a luz. ¡Qué valiente es doña Susana!

Mi compadre Curro Romero y su esposa, Carmen Tello, quieren vender esa casa hermosa en la que viven y que se llama Bellasombra, con el gran árbol americano a la puerta y en su interior la colección de trajes de luces del torero, aunque eso no se vende, porque es patrimonio de la humanidad. La casa es una joya y en ella, además, están las gallinas de Curro, que le encanta criarlas porque tiene el tirón de la tierra de donde viene, el corazón campesino que se llama, de "recoger los huevos, calentitos, cada mañana", como cuando su madre.

Y mi recuerdo con tres días de retraso para una Carmen de mi alma de la que tanto me acuerdo estos días. La Sevilla, que sigue en la residencia viendo pasar la vida. ¡La pobre Carmen Sevilla, que fue tanto! Y mi recuerdo también para Jaime Morey, que se nos fue hace unos días. Adiós viejo amigo, adiós.

Sabor a Córdoba, siempre, por encima de los golpes de calor. Para terminar, lo recorto con alegría y reconocimiento de un sitio importante. Averroes fue la luz del mundo entero en su tiempo. Y lo sigue siendo. Y además era de Córdoba, lo que hago público para recuerdo general. Una noticia refrescante, en este tiempo imposible. Para que cuando pasemos por delante de su escultura, en la Judería, por lo menos bajemos, siquiera levemente, la cabeza. ¡Cómo me hubiera gustado entrevistarle, aunque me hubiera tenido que adelantar siglos para conseguirlo! Cordobeses, enhorabuena, que todo se pega, incluso la hermosura.