La belleza de Milena y de Marbella fue su tragedia. Protagonista y escenario de 'Milena o el fémur más bello del mundo', premio Planeta

--Así empieza su novela: "No era el primer hombre que moría en brazos de Milena, pero sí el primero que lo hacía por causas naturales". Como el arranque de un buen reportaje.

--Y sin embargo es novela que, a veces, es más dura, más bella que la propia realidad.

--Ganar el Premio Planeta sin ser apenas conocido en España no es muy usual. ¿De veras le sorprendió?

--Absolutamente. El primer mexicano en 63 años en llevarse un sopetón. Constituye una reivindicación para las letras mexicanas a esta larguísima omisión.

--Dicen de usted que es la versión latina de Stieg Larsson. Yo creo que usted escribe mejor y además no come sándwiches.

--(Ríe). Mis personajes, cuando hacen el amor, no equivale a lavarse los dientes, como en las novelas suecas. En todo caso, sería un Larsson latinomediterráneo.

--Su novela aborda la trata de blancas. Su compatriota Lydia Cacho piensa que en dos décadas el tráfico de personas será el negocio más lucrativo del mundo.

--Dicho por un traficante, una droga se vende una sola vez y es rentable. Mientras que una mujer se puede vender todas las noches y es mucho más rentable.

--A Milena la obligan a prostituirse en la Marbella de los Gil y Gil. ¿No encontró mejor paraíso fiscal?

--(Ríe). Marbella es un poco como Milena. Debe su tragedia a su belleza. Un tarro de miel atrae avispas de todos los confines en las que se cuelan avispones venenosos, por supuesto.

--Corrupción en México. Corrupción en España. ¿Hay solución?

--La corrupción se ha generalizado por la demolición de los códigos morales y éticos, producto de esta cultura del éxito rápido, del cinismo, del triunfo a partir de la riqueza y de lo que se exhibe. Ser decente, respetuoso, equivale, para esa cultura, a ser un fracasado.

--Letizia Ortiz fue becaria suya cuando vivía en México. ¿Le ha llamado para felicitarle?

--Le he mandado la novela de Milena con una dedicatoria personal que data de los años en que nos conocimos trabajando en México.

--¿Le sorprendió ese cambio tan fulgurante de becaria a reina?

--Lo que diría es que el gremio perdió a una buena periodista. España encontró a una reina.

--Su novela no es precisamente amable. ¿A la medida de los tiempos que corren?

--Pero es una historia esperanzadora. Milena representa la lucha que el ciudadano de a pie puede tener frente a los poderes abrumadores de los demonios sueltos.

--Ha dicho usted que las novelas escandinavas son como los muebles del grupo Ikea. ¡Menos mal que nos las dan ya armadas!

--(Ríe). Muebles de Ikea en el sentido de que son eficientes, útiles, y a todo el mundo les gusta. Pero para el sabor latino les falta cachondería a sus novelas.