Tres décadas después ya han recuperado 12 edificios y solo les queda la ermita de San Matías, aunque hay que hacer frente a nuevas mejoras

Lo importante no eran los 2.500 asistentes estimados (todo un récord), ni el ambiente festivo, ni los 500 kilos de habas guisadas, ni el quintal de alcachofas, el jamón utilizado o las decenas de kilos de cebollas empleados... Lo importante ayer es que, 31 años después de su fundación, la Asociación de Amigos de las Ermitas ha recuperado para el patrimonio histórico, cultural y espiritual cordobés casi todos los edificios de este entorno y, en un día donde se rinde tributo a Nuestra Señora de Belén, la patrona del lugar, obtuvieron de nuevo todo el cariño y el reconocimiento de los cordobeses.

La verdad es que poquísimas veces un sitio pensado para el recogimiento, como Las Ermitas, tuvo tantos visitantes como ayer. Quizá salvo aquella jornada de 1929 en que se inauguró otro hito de Córdoba: el monumento al Sagrado Corazón de Jesús, de Lorenzo Coullaut, cuando según las crónicas se reunieron unos 20.000 cordobeses. En todo caso, un día de fiesta para disfrutar y para reflexionar sobre el patrimonio cordobés y el deber de contribuir a él, como recordaba el nuevo presidente de la asociación cultural, Juan Manuel Fernández. Y es que, aunque se ha andado mucho, de los 13 edificios ya solo queda por recuperar la ermita de San Matías y hay un grupo joven de la asociación que está volcado (la víspera trabajaron duro para preparar la fiesta), las donaciones que ayer se recaudaron por las cazuelas de habas serán bienvenidas, ya que la recuperación de este entorno no está terminada. Ni mucho menos. Juan Manuel Fernández recuerda que, pese al esfuerzo conjunto con los carmelitas, mucho de lo ya recuperado necesita un nuevo repaso tras décadas, además de adaptar instalaciones a la modernidad, como los aseos para visitantes. Y todo ello en plena crisis, sin ayuda institucional (salvo generosas aportaciones puntuales del pasado), con apenas 8 euros de cuota de los mil comprometidos socios y las donaciones del Día de las Habas. Un trabajo a pulso, o mejor dicho, habita a habita en una jornada de fiesta. ¡La de ruido que hay que hacer en Córdoba para preservar el silencio!