Como me gusta tanto, mucho, la Córdoba generosa, de ahí el título de este domingo. Porque leo con alegría, con satisfacción, que Córdoba es la primera en donación de sangre. Y esa es para mí una buena noticia, sin rostro, que a veces son las mejores, porque es la labor callada y solidaria de muchas gentes que sin decir lo que hacen, ayudan a que todos seamos mejores.

En la mili, cuando aún se hacía con lanza, que es la mía, nos daban un bocadillo de sardinas si donábamos sangre voluntariamente. Yo, que entonces tenía mejor sangre que ahora, la daba siempre, y el bocadillo se lo regalaba a un soldado de Ronda que tenía, por cierto, una tortuga de acompañante, y que siempre tenía hambre.

Enhorabuena, Córdoba, que es la tuya siempre, a través de los años, una leyenda de cultura y de sangre. Incluso de esta, más que derramada, de buen gusto entregada.

Así que rompo con esa sangre juvenil y creadora de María del Pino; que me manda, dedicada, su novela El amor no entiende de edades , una verdad como una catedral de grande, Catedral Mezquita en este caso.

Conocí a la autora el otro día, en Córdoba, cuando lo de Julio Merino. Me gustó mucho, pero ahora que me leído las casi cien páginas de su libro de un sorbo, me gusta mucho más, lo que hago público como en los documentos oficiales para general conocimiento.

Por cierto, que el otro día saludé en el AVE a nuestro presidente Griñán, que iba a Madrid, y que además leía un libro precioso y preciso. Me gusta poder decir que es un hombre culto. Sangre de Andalucía, siempre.

El Brujo, como siempre, aplastando con su vieja sangre de cómico. Un periódico ha titulado así su nueva tarea teatral: "Desternillante".

Me parece hermoso. Como el de poder anunciarles para ya mismo la reaparición de nuestra Concha García Campoy, superviviente de la propia tragedia de su cáncer. Le deseo a la compañera, a la que veo bien poco, que tenga mucho éxito en su vuelta.

Pablo Alborán, al que tanto hemos ayudado a subir a nuestra ventana, igual es el de la Euro, al menos eso dicen. Por mí, que le pongan, pero ya, al parque infantil tan tristemente célebre de Córdoba el nombre de Ruth y José, me parece una muy buena idea... ¡Ah!, que no se me olvide, Rafael me envía, desde su casa de El Churrrasco, el libro hermoso, bien hermoso, de La Córdoba desconocida , del maestro Luis Recio Mateo. Un gran documento de una de las cien mil córdobas que hay dentro de la Córdoba que amamos.

Ahora está lloviendo fuera, y mi alma esta gris niebla. Con una sangre, gorda, pesada circulando por mis acequias interiores. Por eso no puedo dársela a nadie, cuerpo a cuerpo, directamente, pero sí lo hago cada semana en la transfusión de las palabras escritas.

¡Ay, Córdoba! Tierra de la buena sangre, en este tiempo de la mala sangre.

Nos vemos.