No son cientos ni miles como en el puente sobre el río Tíber de Roma. Pero cada vez son más los enamorados de Córdoba que se deciden, exportando el romanticismo de estilo italiano, a sellar su particular pacto de amor cerrando un candado con sus iniciales y tirando después la llave al agua. Un símbolo de compromiso que, al igual que aquél que obliga a tirar una moneda al agua en fuentes públicas de renombre, hay quien asegura que da suerte a los que lo practican. La diferencia básica es que, puesto que el puente romano cordobés no tiene barandillas, los tortolitos locales han optado por plantar el candado en la baranda más cercana, es decir, en la de la Ribera.

Por eso los cerrojos no están concentrados en una zona, sino desperdigados a lo largo de todo el paseo, y de ahí también que su presencia no tenga el efecto óptico que provoca en otros lugares, ya que vistos alejados los unos de los otros, por mucho que sean decenas, no llaman demasiado la atención. Aunque la Ribera es el lugar donde se han visto más, no es el único sitio. También hay candados en la barandilla que pasa bajo la zona transitable del puente romano.

Quizás se trate de un acto de rebeldía espontáneo provocado por la orden del Ayuntamiento de Roma, que a finales del pasado año decidió quitar todos los candados del puente Milvio por considerar que degradaban dicho monumento. O quizás sea la renovación de votos de los que tenían candado en Roma y ya no lo tienen. Cada pareja tiene su propia motivación.

El caso es que todos siguen la moda iniciada después de la publicación del libro Tengo ganas de ti , obra de Federico Moccia, en el que los protagonistas colocaban un candado en una de las farolas del puente de la capital italiana, si bien la moda se intensificó a raíz de su versión cinematográfica en el año 2006.