Juan Antonio Fernández García, maestro en la talla de la madera desde hace cuatro décadas, acaba de recibir la carta de Maestro Artesano. Esta distinción, que otorga la Junta de Andalucía por segunda vez, reconoce la trayectoria de personas que han desempeñado el oficio de forma ininterrumpida durante un periodo mínimo de 15 años y acreditan méritos extraordinarios sobre la actividad.

En su taller de Pozoblanco, explica que se introdujo en este mundo a los 16 años. Su maestro, un familiar de su madre, le enseñaba a tallar a cambio de que le ayudara en diferentes faenas. No estaba dado de alta, no cobraba, pero dice con satisfacción que aquello que aprendió hoy le permite mantener a su familia.

--Es obligado preguntarle qué significa para usted la concesión de la carta de Maestro Artesano.

--Es una ventaja grande, sobre todo a la hora de enseñar a otras personas. Nuestro oficio se está perdiendo porque no hay gente que lo haga y quien nos necesita no sabe dónde buscar. Sería muy bueno que estuviéramos algunos más.

--¿Se acercan muchos jóvenes para aprender?

--Es un oficio muy bonito que gusta a mucha gente, pero cuando se enteran del tiempo que lleva aprenderlo y el sueldo que se saca se van.

--¿Como capea la crisis un maestro artesano?

--Muy mal, parece mentira que esté yo aquí solo, que con cualquier cosa ya tengo faena. La talla no es que haya estado bien antes, pero nos permitía ir marchando; ahora hay que hacer de todo lo que te traigan.

--¿Esa situación la achaca totalmente a la crisis de las economías familiares o a que la gente ha cambiado de gustos decorativos?

--Es verdad que las modas cambian y además la artesanía siempre cuesta más dinero que lo aglomerado y lo liso. Hoy se lleva mucho lo liso y de la artesanía prácticamente se han olvidado, aunque hay todavía personas que les gusta. Me dicen que soy un artista, pero en eso se queda todo, a la hora de invertir en artesanía no lo hacen. Esta es una labor de muchas horas que encarece el trabajo, aunque nuestro sueldo no sea alto, pero reconozco que la talla es un capricho y la cosa no está ahora para ellos.

--¿Hay algún trabajo del que se sienta más orgulloso?

--Mi oficio me gusta muchísimo y me siento orgulloso de ser tallista. Hay trabajos que me da pena venderlos, pero no tengo una pieza favorita.