Andalucía necesita un cambio. Necesita un giro radical que debería haber empezado hace varios años pero que hoy, más que nunca, es esencial.

La pregunta es qué cambio necesitamos y quién puede liderarlo. La respuesta no es fácil y, sobre todo, viendo los carteles electorales y leyendo la prensa, a uno le entra cierto desasosiego.

Ya lo dijo Guerrita, "ca uno es ca uno". Y es que Griñán es Griñán y Arenas es Arenas.

Desde la distancia, nos da la sensación de que al primero, lo que probablemente le esté haciendo más daño, no son solo los escándalos de los EREs, sino algún que otro navajazo que no puede esquivar en la reyerta que parece librarse internamente en el partido socialista. Con independencia de afinidades políticas, parece necesario un cambio en la Junta de Andalucía y José Antonio Griñán no representa ese cambio. Andalucía necesita un partido socialista fuerte, en el gobierno o en la oposición, pero un partido liderado por un equipo en el que sus votantes puedan sentirse identificados.

En el caso de Javier Arenas, no se podría decir que a la tercera va la vencida porque ya son cuatro las veces que ha sido candidato a presidir la Junta. Desde el año 1994 en que se presentó la primera vez ha llovido mucho. No tanto como le gustaría a nuestra tierra, pero sí lo suficiente para que hubiese aparecido internamente otro candidato que hubiese sido capaz de captar un mayor número de votantes. Es evidente que el PP puede ganar las elecciones, pero si así es, no creemos que lo haga gracias a su candidato. Probablemente esté equivocado, pero como andaluz que vive en Andalucía me parece evidente que Arenas produce más rechazo que furor, incluso entre los afiliados a su partido. La imagen no lo es todo, ni las formas, pero sí dicen mucho de una persona. En los tiempos que corren, las ojeras de Griñán, con independencia de las causas que las hayan provocado, parece que disgustan menos que la "planta" del candidato popular. Confiemos en que antes del próximo 25 de marzo llueva y, entre otras cosas, nos ayude a digerir el resultado de las elecciones, sea cuál sea.