La jornada electoral de ayer ofreció escenas de lo más dispares. Unas de celebración, como la de un vehículo de seguidores del PP, que paseaban jaleando su victoria ante la sede del PSOE en la calle Ferraz. Otras, dramáticas, como la del indigente que duerme en soledad, mientras al otro lado del cristal se procede al recuento de votos en un colegio electoral. En otros sitios, como en Fernán Núñez, quizás cansados de la monotonía de una tranquila jornada electoral, hubo quien decidió sentar junto a una de las urna el esqueleto que durante todo el día había acompañado, como testigo mudo, el devenir del proceso.