Todo empezó en los años ochenta, cuando José Naranjo Ramírez, colaborador habitual de este periódico (La Mano del Tiempo), decidió llenar de brandy un pequeño barril de media arroba que le había regalado su padre, obteniendo con el tiempo un licor que, según los catadores entendidos, resultaba excelente.

La coincidencia de la entrada en el 2001 de un nuevo año, siglo y milenio, hizo pensar a un grupo de amigos de Fernán Núñez en la posibilidad de celebrar la efeméride de un modo original: constituir una especie de cooperativa o sociedad cuya finalidad sería envejecer brandy, permitiendo a sus socios el privilegio de crear y compartir este licor "de dioses" en un ambiente de "amistad, tolerancia, diálogo y disfrute intenso de la vida" (así reza su lema fundacional). Llamaron al proyecto Brandy Tercer Milenio y, manos a la obra, nacieron unas sencillas reglas en las que se fijaba el número máximo de participaciones y la aportación económica que se debía adelantar para la adquisición del licor base, que entonces fue de 1.000 pesetas, recibiendo cada accionista un título de propiedad acreditativo de su participación.

Depositado el producto en nobles barriles de roble americano curados con los mejores caldos de Montilla-Moriles, reposaría durante todo un año hasta que, en la próxima Navidad, respetando escrupulosamente el mantenimiento de unas soleras propiciadoras de un óptimo envejecimiento del brandy, se realizara la primera saca del licor y el reparto del mismo: una botella por cada acción, los "dividendos" generados por aquella inversión inicial. En ese momento el socio decide su renovación y permanencia o la renuncia a ella, con lo que permitiría la entrada de un nuevo "accionista" en esta singular sociedad.

El resultado final es una serie numerada de cien botellas anuales que, envasadas y etiquetadas artesanalmente como Brandy Villa Ducal, van personalizadas con el nombre del propietario o propietaria. Cada añada, además, está expresamente dedicada a alguna personalidad o hecho singular ocurrido en el entorno de esta localidad: la ciudad romana de Ulía, el poblado musulmán de Abén-caes, la fundación de la villa de Fernán Núñez, a don Francisco y a don Carlos José Gutiérrez de los Ríos, al poeta Cristóbal Romero Real, a los escultores Juan Polo y Francisco Bonilla, al historiador Alfonso Zurita y al escritor Bartolomé Almenara. En la contraetiqueta aparece, además, una pequeña semblanza de cada personaje o acontecimiento histórico, justificando la elección de esta dedicatoria.

El proyecto cuenta ya con más de diez años y el brandy obtenido --de una excepcional calidad-- puede calificarse como un solera gran reserva. Así lo han acreditado los catadores y entendidos en la materia que se han acercado, ya sea por curiosidad o bien simple amistad, hasta el lugar del milagro .