De nuevo acudo a la copla, como casi siempre. AsI que ustedes me tienen que volver a perdonar, aunque sé que me entienden. O sea, que puedo añadir lo de: "Y más que a la mare mía". Me refiero a Córdoba, claro, y para empezar ya con la primavera encima, dentro, pues ya lo saben. Para empezar, como no, homenaje merecido, ventanilla de luto a la memoria de Liz Taylor, a la que un dia le di dos besos en las mejillas, en Florida; que muchos de ustedes ni habían nacido siquiera, "dada su increíble juventud". Bueno, que se nos ha ido y que ha sido la gran historia de la semana. Los mitos que resplandecen todavía.

--¿Y cómo ha dicho que se llama, joven?

--Llámeme Tico.

--¡Tiene usted nombre de perrito¡

Como vio que me cabreé un poco, me puso una mano sobre la rodilla y me acerco la carita.

--Perdóneme, shorry , deme un beso de perdón.

Y se lo di, claro, como no, así que una vela de color violeta para la mujer que tanto amo.

Me gusta que Carmen Cervera, baronesa Thysen, haya cedido un museo suyo, entero, a Málaga, que está tan cerca. Sé que en su dia hubo conversaciones con Córdoba. ¿o no? Lo que sí sé es que hay mucho Julio Romero de Torres, el nuestro, dentro. Mira qué bien ¡Cómo recuerdo Carmen, amor mío, aquellos tiempos difíciles! El maestro Gala acaba de contar que su perrillo , lo digo como diminutivo cariñoso y no por ningunear, ha sido operado de la próstata. Le ha escrito unas líneas, desde la actualidad y el cariño, muy hermosas. Querido maestro, a ver si nos encontramos un día.

Es como lo del Dalai Lama, que se retira de la política y se dedica al rezo. Recuerdo, no sé si se lo he contado ya, que a veces me da la sensación de que me repito más que la morcilla de los pueblos de Sierra Morena, pero le conocí, envuelto en su túnica, con aquel olor a incienso.

Me permiten un par de interrogantes, puesto que la primavera la sangre altera ¿Miren que si nuestra duquesa de Montoro, la siempre niña Eugenia, volviera a reunirse con su ex Fran Rivera? Y segunda, que no me doy por vencido, viejas intuiciones que a veces salen: ¿Y si Espartaco y Patricia se encuentran después de unos tiempos de separación? Esperemos.

Y siempre lo que cantamos. Ahí tienen que yo conocí a José Menese, cuando solamente era el zapaterito prodigioso en el pueblo de Sevilla. El maestro Mairena me llevó hasta él y allí le conocí de zapatero remendón, cuando no alzaba un palmo y ahora de grande entre los grandes en nuestra ciudad, como lo de la poesia, la Cosmopoética que ya está y este año a pesar de la economia, a por lo mejor de lo mejor, lo mejón de lo mejón y termino. Veo, leo otro de los carteles que tiran de mí y que por supuesto hablan de Córdoba. La Córdoba que quiere.

Pues no saben lo que quiero a los que a Córdoba quieren. Más que como un piropo, como una verdad insoportable.