En el país del sol naciente, 127 millones de japoneses lloran, con lágrimas interiorizadas, por los miles de fallecidos que ha provocado el tsunami más terrible de la historia reciente. En este país, en el que parece que exteriorizar el dolor no es habitual, "sorprende la entereza con la que sus habitantes están afrontando esta profunda herida" que ha dañado a la que hasta hace poco ha sido la segunda potencia económica del mundo.

Quien habla así es Rafael Prieto Marcos, un baenense de 46 años que se casó en 1997 con una japonesa y que desde entonces, hace 14 años, reside en la tierra de ella, a 10.000 kilómetros de Córdoba. Después de instalarse allí tuvieron un hijo, que ahora tiene 13 años. Este profesor de Biología, cuando terminó sus estudios, se marchó con una beca a Chicago y allí conoció a Satomi Takeda, su esposa. Rafael es profesor de una facultad de Ciencias Medioambientales, cerca de Kyoto. Durante la semana, Rafael trabaja normalmente en Kyoto, y vuelve a Osaka los fines de semana. En esta segunda ciudad tiene su casa. Osaka está a unos 560 kilómetros de la central nuclear de Fukushima, una distancia similar a la existente entre Córdoba y Valladolid.

Este baenense señala que el día del terremoto "sentimos temblores en los edificios, pero pudimos trabajar normalmente". Sin embargo, este profesor indica que las réplicas han sido continuas en los días posteriores al seísmo, y espera que las fugas radiactivas de la planta de Fukushima puedan controlarse lo antes posible. Prieto destaca que la población nipona está muy preocupada por el elevado número de fallecidos, a lo que se une la incertidumbre causada por el futuro de la central de Fukushima. "En el aspecto humano es admirable ver cómo están afrontando la situación los habitantes de las zonas más afectadas (en particular las prefecturas de Miyagi y Fukushima), con resignación y colaborando en todo lo posible para mejorar la coyuntura, sin que se estén produciendo altercados. Por otro lado, los ciudadanos del resto del país se están movilizando para ayudar en lo posible a los que más están sufriendo", recalca Rafael.

Guadalupe, hermana de Rafael, que vive con su padre, Francisco, en Baena, contacta por correo electrónico con su hermano y, por su parte, Rafael llama a su familia con frecuencia por teléfono. A Guadalupe le ha tranquilizado a su vez recibir un correo electrónico de un primo suyo de Málaga, Daniel, que es informático y también reside en Japón, cerca de Tokyo.

"Daniel nos comenta que las noticias que llegan a España son más alarmistas que lo que realmente ocurre allí, aunque, por otro lado, también dice que la información que ofrecen las autoridades es muy escueta y a lo mejor no se está diciendo realmente todo lo que sucede", añade Guadalupe. A pesar de todo, Rafael no tiene previsto por el momento volver a España. Pero, ¡quién sabe si en un futuro!