Porque vamos a ver: si casi todo el mundo que trabaja tiene al final del año su cena de empresa, su comida de empresa, ¿por qué no vamos a tener nosotros la nuestra si estamos todo el año juntos, por lo menos los fines de semana, trabajando en lo mismo, ustedes que me cuentan las historias y yo que cuento las historias que ustedes me cuentan, porque todas me las creo, dado que no escarmiento y sigo siendo un niño que todavía cree que los nenes vienen de París y que los Reyes Magos no son los padres?

¡Pues claro que tenemos nuestro perol de empresa! No al aire libre, sino en esta recachita , la chimenea encendida, por lo menos eso, con los leños de la noticia que siempre arden a la primera. Claro que sí. Perol de empresa, pobre pero honrado, justito, pero casi suficiente, para ustedes mis perolistas mágicos y para mí en esa tierra además que me ha llamado califa de la palabra.

Así, que perol de empresa, que el portal de Belén es el de Belén Esteban. Sí señor, que tiene buenos amigos en Córdoba, donde la recuerdan. La Belén, que aquí entre nosotros desde que se ha cambiado la cara ya no es la Belén que nos gustaba, la de toda la vida, la de toda la tele. Tanto es así que ni su hija, según ella misma dice, la conoce. Pero bueno, sigue haciendo su papel, como debe ser.

Por lo pronto, en este perol de empresa del penúltimo domingo del 2009, que a ver cuándo se va del todo, como tarjeta de Navidad, el librito, tan chico pero tan grande, con todas las alboradas que ha hecho a lo largo del que se va nuestro párroco particular, aparte de San Lorenzo, Antonio Gil Moreno. Esa charla de todas las mañanas, de casi todas, en Radio Nacional de España, que me gusta tanto escuchar, porque me habla en mi viejo idioma, que es el del corazón.

Y gracias a Rafael Carrillo, que me manda como todos los años desde El Churrasco --insisto que no es por hacerle publicidad porque no la necesita-- los veinte euros de ese numero de la Lotería de Navidad, que aunque no me toca, como si me tocara por lo de la memoria.

También me ha llegado de la Imprenta Luque su calendario, que me mantiene a Córdoba de frente ahí en la biblioteca, este año con el río Guadalquivir. A ver si me decido de una vez y me pongo en marcha con Pepe Oneto ese recorrido por el gran río, la cocina del Guadalquivir, con Córdoba dentro.

Aprovecho para comunicarle al alcalde de Montoro, Antonio Sánchez, que ya he hablado con Eugenia, la joven duquesa, que en cuanto mejore el tiempo iremos por ahí para poner en pie ese gran reportaje que no se me va de la cabeza. Se lo dije el otro día, cuando me di cuenta durante el viaje del AVE a Sevilla, que la niña que dormía detrás de mí en el tren era ella, la hija de Cayetana de Alba, que no está contenta, me dicen, con la serie de televisión que están haciendo. Y sigo encantado viendo en la mañana de La 2, la serie de los exploradores con Gerardo Olivares.