--Serán los últimos premios de la era analógica. Suena un poco a apocalipsis.
--No lo es, aunque es un cambio tan profundo como la misma aparición de la televisión hace 53 años en España.
--La Cuatro y la Sexta se unen, las estatales sin publicidad, crisis... Eso sí que suena apocalíptico.
--Hay una profundísima remodelación, pero encontraremos el espacio para recomponer el mapa y que todas las empresas se acomoden en él.
--¿Cómo veremos la tele dentro de cinco años?
--Ahora es dominante verla en una pantalla, pero pantalla también tiene el ordenador, el móvil y la televisión en movilidad --coches y trenes--. Esto va a ser enormemente importante.
--¿En qué quedó la famosa sociedad de la información?
--Goza de buena salud. Ya trabajamos hoy de forma muy distinta a hace quince años.
--¿No le tienta volver a presentar un informativo?
--Si se produce la oportunidad, me lo pensaría seriamente. Sobre todo para poder recuperar unos telediarios en los que la información no aparezca desnaturalizada, como sucede en algunos.
--¿Qué nos hemos dejado atrás?
--Se ha perdido un poco de rigor y se le ha dado un peso exagerado al corazón, deportes y sucesos.
--¿Y en qué hemos ganado?
--En España hay una ficción espléndida que todas las cadenas apoyan.
--¿Nadie hace debates en España mejor que usted?
--Hay espléndidos profesionales que podrían hacerlos con enorme solvencia y calidad. Pero además de hacerlos, hay que negociarlos.
--Aquel famoso Aznar--Felipe, ¿cómo lo recuerda hoy?
--Fue una experiencia extraordinaria y, desde luego, ambos políticos dieron el paso de debatir en un momento delicado, jugándose la presidencia del Gobierno ante las cámaras de televisión.
--¿Echa de menos la calidad de los políticos de la Transición?
--En cierto modo. Aquellos personajes, no solo Felipe, Carrillo, Fraga, Suárez o Puyol, si no sobre todo diputados como Solé Tura, Solchaga, Herrero de Miñón o Miquel Roca, es difícil encontrarlos ahora.
--Hemos cumplido con Europa en las urnas, ¿ve un desencanto real hacia los líderes de hoy?
--No es tanto un problema de líderes como el hecho de que de estas elecciones no sale el gobierno europeo. Eso es probable que esté en el origen de esa distancia.
--Usted que tanto sabe de comunicación, ¿qué diría a esos líderes para recuperar la confianza del ciudadano?
--Que deben ser más constructivos y comunicar menos desde la liturgia y mucho más desde la cercanía.
--¿Por qué nos comunicamos tan mal los españoles como dice en su libro?
--No tanto en el ámbito personal, pero es verdad que la escuela y la universidad españolas descuidaron la asignatura de la comunicación.
--¿Qué supone para Córdoba que Obama haya hablado de ella?
--Es un regalo porque, además de citar el nombre de Córdoba, lo asoció a una época de tolerancia y eso subraya su condición como referente mundial para la civilización actual.