Es un buen tipo, de esos que te gustaría tener como amigo. Artista y soñador pero también de los que arriman el hombro si hace falta. No le conozco sin sonreír y eso le honra porque otros, con menos, ya se sentenciaron ellos solitos. Su último disco se llamó "Mundología", algo que en la calle se aprende por supervivencia. Es un luchador que persigue sus ilusiones, pero no sufre si no llega a la primera: se conforma con poco aunque no deje de soñar ni un minuto de su vida con alcanzar la luna. Es el optimista por excelencia, el de la botella medio llena, porque la otra media sabe que se la ha bebido él también. Es Javier Labandón, El Arrebato.