Ayer, San Alvaro estaba un poco solo. Pero ni triste ni, por supuesto, mal acompañado.

Y es que después de casi un siglo, cuando se restauró por primera vez la venerada talla que alberga el santuario de Scala Coeli, la hermandad del Santísimo Cristo de San Alvaro celebró la fiesta de su santo sin la imagen del crucificado titular. Todos están a la espera de que el 12 de marzo vuelva la emblemática talla desde los talleres de la firma Regespa, en donde se restaura bajo la dirección del experto Enrique Ortega Ortega.

El caso es que ayer fue una celebración un tanto atípica de la hermandad del Santo Cristo, justo porque no estaba su Cristo Santo. Pero no hubo más contratiempos. El padre José Antonio Segovia, superior de los dominicos de Scala Coeli, desgranó una emotiva homilía; la representación institucional fue tan nutrida como en otro años, el cariño de los fieles resultó tan cálido como siempre, el Real Centro Filarmónico de Córdoba tocó como bien sabe hacer y el entorno del santuario estaba más luminoso y verde de lo que se recuerda en los últimos años. Y olía de lejos a la llegada de la primavera, al próximo triduo, a Semana Santa y a romerías.

"Debes de venir a la conferencia que darán los restauradores, porque al final estaba la madera mucho peor de lo que se podía esperar y han hecho una maravilla", decía ayer tras la misa el hermano mayor, Juan Juárez Pérez. La conferencia será el 13 de marzo, al día siguiente de que el Santísimo Cristo vuelva a presidir el impresionante recinto de pinturas barrocas del santuario. Juárez se encontraba en la sala de juntas de la casa de la hermandad, haciendo de anfitrión de las autoridades en esta jornada íntima y festiva de la hermandad. Entre ellos, el concejal delegado de Festejos, Marcelino Ferrero, y la concejala del PP María Luisa Arcas. Juan Villalba, presidente de la Agrupación de Cofradías, confesaba que en esta época del año, "ya va siendo difícil sacar horas" para atender la actividad previa a la Semana Santa. De hecho, el próximo domingo, será la Agrupación la que rinda tributo en el santuario a su patrón, con nada menos que Pablo García Baena a cargo de la exaltación a San Alvaro.

Fuera, se procedía al reparto del tradicional huevo duro, con un solecito traicionero de febrero, ese de los resfriados a contrapié porque no sabes si ponerte o quitarte el abrigo. "El campo va a estar como nunca para la romería", decía una señora a un hermano de San Alvaro en la barra donde se repartían los huevos duros, con la vista puesta en el 19 de abril. "Yo, cuando disfruto es el día del preludio de la romería, que este año será el día 18. De la misma romería, ni me entero. Muchos nervios", decía Rafael Castro, romero mayor y artífice de organizar y de que todo salga bien ese día, una carga con tanta responsabilidad como ilusión. Y es que ilusión no faltaba ayer en el santuario de Santo Domingo. Hasta se olía.