Poco a poco, la Cuaresma va llegando a su fin. Las cofradías apuran los últimos días antes de la inminente Semana Santa. Con este horizonte, la hermandad de la Misericordia, tras la conclusión de la veneración a su titular mariana, la Virgen de las Lágrimas en su Desamparo, procedió al traslado de la imagen a su paso de palio. Un solemne acto que contó con el acompañamiento de la capilla musical de la hermandad.
En este último domingo de Cuaresma también se sucedieron las fiestas de regla como colofón a los quinarios celebrados esta semana. De este modo, la hermandad de Pasión revistió de solemnidad la iglesia de San Basilio; el Cristo de Gracia, la iglesia de los Trinitarios; la Piedad, la iglesia de San Antonio María Claret en las Palmeras; la Virgen de las Angustias, que completó su septenario en la iglesia de San Agustín o la hermandad de la Caridad, quien en el transcurso de su fiesta de regla mostró la recuperación del antiguo libro de reglas de la cofradía, una pieza fechada en el siglo XVI. La imagen del Señor de la Caridad permaneció durante toda la jornada a la veneración de los fieles en el altar mayor del templo.
No fue la única veneración de este Domingo de Pasión. En la iglesia de San Pablo estuvo expuesto, en un sobrio altar, el Cristo de la Expiración y la Virgen del Silencio, mientras que, en la parroquia de la Trinidad, el Cristo de la Salud, titular de la hermandad del Vía Crucis, también recibió durante la jornada la veneración de los fieles.
Ya por la tarde, en la parroquia de la Compañía tuvo lugar el vía crucis de Nuestro Señor del Santo Sepulcro, que durante la jornada estuvo en veneración. A las ocho de la tarde la iglesia de la Compañía enmudecía. En penumbras daba comienzo el rezo de las estaciones del vía crucis, un acto que congregó a numerosos fieles y cofrades. Fue en la última estación cuando Cristo es depositado en su paso procesional. Muy cerca, la Virgen del Desconsuelo aguardaba ya en su palio, tres años después.
Una fría tarde donde también continuó el septenario a la Virgen de los Dolores, que proseguirá hasta el jueves. A las una de la tarde, el cofrade Gonzalo Herreros pronunció la exaltación a la Señora de Córdoba, preparándose así para el Viernes de Dolores, cuando tenga lugar la fiesta de regla que, una vez más, será presidida por el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández.
Fue a primeras horas de la tarde cuando en el barrio de Levante, y de manos de la hermandad de la Soledad y el colegio Franciscanos, se puso en la calle la procesión infantil del colegio, donde participaron más de un centenar de niños que acompañaron al paso de Jesús Nazareno y una pequeña Virgen de la Soledad que recorrió las calles de la feligresía de la parroquia de Santa María de Guadalupe, entre una gran expectación.
Música
La tarde de este intenso Domingo de Pasión también hubo tiempo para la música. Así, la cordobesa banda de cornetas y tambores de la Coronación de Espinas ofreció un concierto en la parroquia de San Francisco y San Eulogio ante el Señor de la Caridad. Esta banda será la que este año, en ausencia de la banda de la Legión, acompañe al Señor de la Caridad en su estación de penitencia en la tarde del Jueves Santo. Poco después, en el Gran Teatro, tuvo lugar el concierto extraordinario de Cuaresma organizado por la Agrupación de Cofradías, a cargo de la sevillana banda del Maestro Tejera y el coro Cantabile, quien ofreció un programa dedicado a las marchas procesionales cordobesas. En el mismo se estrenó la marcha Desconsuelo de Alfonso Lozano.
Música cofrade que sirve de antesala al próximo Viernes de Dolores, que a su vez dará paso a las hermandades de Vísperas para desembocar en el ansiado Domingo de Ramos.
