Con admiración, respeto y mi mayor afecto me dirijo como hermano mayor del Descendimiento de Córdoba a los lectores de estas líneas que como cada año se me ofrece amablemente desde Diario CORDOBA. Me gustaría transmitiros en estas breves palabras a todos los hermanos y a los cofrades cordobeses en general que no decaigamos en nuestro ánimo de seguir participando en la vida de las hermandades a pesar de los tiempos tan difíciles que estamos viviendo y que nos va a tocar vivir donde ahora mismo no somos bien vistos.

Hay que seguir profesando nuestra fe a través del culto a nuestros titulares y participar activamente en todos los actos que la hermandad tan diversamente tiene a lo largo de un año, sobre todo en su acción social con los más desfavorecidos, y olvidarnos de lo superficial y de los protagonismos.

Quisiera agradecer a todas las hermandades el gran esfuerzo de este año para llegar a nuestro primer templo, esperando que no se quede en una anécdota de este 2016, sino que sea el que marque un antes y un después en la Semana Santa de Córdoba para su esplendor y sin ánimo de demostrar nada a nadie, sino porque nuestra estación de penitencia debe tener como referente la Santa Iglesia Catedral.

Para terminar, quiero centrarme en la cofradía que represento y de la que me siento orgulloso por la gran salud que tiene gracias a la unidad de su junta, grupo joven y todos aquellos hermanos del Campo de la Verdad que hacen posible que la hermandad esté muy viva todo el año y que cada Viernes Santo descienda sobre un barrio tanto amor y fe al amparo del amor maternal de Nuestra Señora del Buen Fin.