Pese a todos los pronósticos adversos, la Semana Santa lucentina está brillando este año a todos los niveles, dada la excelente santería que se está viendo en los diferentes desfiles procesionales. Ello hizo que la jornada del Jueves Santo contara con una nutrida asistencia de público a las procesiones. El prólogo lo puso en la madrugada la Cofradía y Hermandad de Tambores Enlutados del Santísimo Cristo de la Salud y Misericordia (Cristo del Silencio), que partió desde la parroquia de San Mateo y cuyo hermano mayor es Jesús Rodríguez López. De nuevo el Silencio impresionó en la madrugada del Jueves Santo con un paso mandado por Francisco Moreno Carmona y estuvo acompañado por varios miles de personas y los tradicionales tambores roncos enlutados. Este año han estrenado cuatro ciriales, el toque de duelo a lo largo del itinerario y candelería para cultos. Impresionantes fueron los momentos y estampas del paso del Silencio junto al histórico Castillo del Moral.

Ya por la tarde hacía su salida desde la monumental ermita trinitaria de Dios Padre la Cofradía de la Santa Fe, Nuestro Padre Jesús en el Sagrado Lavatorio y Nuestro Padre Jesús Preso. Su hermano mayor es Francisco Javier Martos Cuenca, mientras que los manijeros de este año han sido Félix Osuna Arroyo, Juan José Quirós Arévalo y Francisco Soria Burgos.

Después, desde la histórica iglesia parroquial de Santiago Apóstol, salió la Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna y María Santísima de la Paz y Esperanza. El Cristo de la Columna es obra de Pedro Roldán y Onieva y data de 1.675, Ha sido mandado este año por José Antonio Moreno López , mientras que el manijero del paso de la Virgen de la Paz ha sido Francisco Muñoz Aguilar. El hermano mayor de esta cofradía es Rafael Sánchez Cruz y este año han estrenado un nuevo dosel de cultos. Estas procesiones fueron acompañadas por el tradicional Torralbo y por la Banda de Cornetas y Tambores Jesús Cautivo, de Rus (Jaén). Como siempre, resultó emocionante el paso de la Columna por la estrecha calle Flores, donde los santeros se tienen que emplear a fondo para que no roce son los balcones de las casas. Tras el mismo venía la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Caído y María Santísima de la Salud, que salió también de Santiago y cuyos manijeros fueron Manuel Muñoz Cabeza y Francisco Javier Muñoz Ruiz y el hermano mayor es Rafael Oliva Hurtado. Esta última cofradía ha estrenado un nuevo dosel para el culto, un juego de ánforas para el paso de la Virgen de la Salud y un encaje de bolillo donado por una devota, así como la restauración de los ángeles turiferarios del siglo XVII que acompañan a Jesús Caído .

Finalmente, cerró el Jueves Santo lucentino la Hermandad del Cristo de la Sangre y María Santísima del Mayor Dolor, que partió desde la parroquia de Santo Domingo de Guzmán. La imagen del Cristo de la Sangre es de origen colonial y fue traída desde México en el siglo XVI, siendo restaurada por el lucentino Justo Romero Fabero, mientras que la Virgen del Mayor Dolor es obra de Antonio Castillo Lastrucci y fue restaurada por Luis Alvarez Duarte. El hermano mayor de esta cofradía es Francisco Salazar Roldán y los manijeros han sido este año Juan Pablo Somé Calvillo, para el Cristo de la Sangre, y Juan Carlos Gómez González, para el paso de María Santísima del Mayor Dolor. El desfile fue acompañado por la Banda de Música de Lucena.