Día de ir y venir de gente, de templos de par en par y de ganas, muchas ganas, de que llegue la Semana Santa. Así, ayer, en el quinto domingo de Cuaresma los templos volvieron a mostrar el esplendor cofrade con diversos actos de culto.

En San Pedro, la Virgen de las Lágrimas concluyó su besamanos y posterior subida al paso, en un acto que contó con el acompañamiento de la capilla musical de la cofradía.

Casi a la misma hora daba comienzo en San Francisco la fiesta de regla de la cofradía de la Caridad, a cuyo término la imagen del Señor estuvo expuesta en besapiés, al igual que el Cristo de la Salud y el de la Expiración en la Trinidad y San Pablo, respectivamente.

Ya con toda la noche sobre la ciudad, en la Compañía el Señor del Santo Sepulcro consumía sus últimas horas en besapiés. Poco después, La Compañía quedaba totalmente a oscuras, iluminada por los cirios de los hermanos que acompañaban el cortejo y el palio encendido de la Virgen del Desconsuelo. Empezaba el Víacrucis del Señor. En la última estación fue descendido de la cruz, donde había lucido en besapiés, y depositado en su paso.

El rezo, el incienso y el ceremonial barroco, un año más, anunciaron que la Cuaresma poco a poco va tocando a su fin.