La velocidad a la que las grandes cadenas de ropa de todo el mundo renuevan sus colecciones podría no ser sostenible para el planeta en pocos años, según indican los expertos. Todo ello en un contexto en el que parte del sector textil y de la moda a nivel mundial es señalado como gran emisor de CO2, por no mencionar los sistemas de producción ubicados en países asiáticos, cuestionados tanto a nivel social como de sostenibilidad.
Frente a esta situación, otra parte del sector está apostando por el uso de materiales y sistemas de producción más sostenibles, y por el denominado concepto de slow fashion, que en contraposición al fast fashion o corriente de lo efímero y la producción y renovación de ropa constante; aboga por frenar el consumo y desecho desmesurado de las prendas, y dotar de calidad y significado a cada vestido, camisa o pantalón, con producciones más respetuosas con la naturaleza.
De este slow fashion son conscientes y está cada vez más presente en los talleres e industrias cordobesas, a tener del Informe sobre el sector de la moda cordobesa elaborado por la empresa de estudios de mercado Intelqualia. Un informe -que fue presentado hace unos meses en el marco de la Córdoba Fashion Journey- a cuyo contenido completo ha tenido acceso CÓRDOBA, y que refleja la visión que este propio sector tiene de sí mismo, a través de una investigación cualitativa con personas y empresas clave del panorama de la moda cordobesa.
En concreto, buena parte de este sector pone en valor a la corriente de la slow fashion, la moda de consumo más lento y más responsable.
No en vano, el citado informe conecta esta idea con el concepto mismo de sostenibidad, afirmando que «algunos creadores y distribuidores de moda cordobeses, sensibles a las preferencias del público, encuentran que este concepto de slow fashion encaja con su modo de diseñar y comercializar las colecciones».
Este diseño y ventas está basado en el planteamiento de crear prendas que sean sostenibles industrialmente, que protejan el medio ambiente, y que fomenten un consumo responsable y un comercio justo.
«Esta tendencia social podría servir para apoyar una revalorización de las manufacturas locales (de los diseñadores y empresas de la provincia) en el ecosistema de la moda», afirma el citado informe.
Y es que como señala un reconocido miembro de este sector cordobés, la moda cordobesa también apuesta por la denominada economía circular: «Estamos obviamente en la moda, pero dentro del slow fahion. Por ejemplo, si se tiene que ir a un evento, donde la gente se deja un pastizal en ropa, nuestra filosofía es que te puedas poner las prendas después: producir menos, comprando cosas de calidad y que te la puedas poner mucho tiempo sin tener que desecharlas».
Todo ello teniendo en cuenta que «vivimos en una sociedad muy cambiante, donde el mercado lo quiere todo ya. (Pero) se está viendo que eso está empezando a cambiar, porque no es sostenible», afirma otro de los agentes del sector.
Este concepto encaja con el modo de diseñar las colecciones de diversas empresas
Esta predisposición a presentar la producción y consumo de ropa más lentos como valor del producto al comercializarlo está también vinculada al empleo de mejores materiales y más sostenibles, y a la confección más cuidada y un trabajo más artesanal.
«Evidentemente, ello tiene una repercusión en el precio -apunta el informe-. Y también en el posicionamiento de las firmas que desarrollan esta gama de productos, cuyos costes y acabados justifican un mayor precio que la moda de fabricación y consumo rápido».
«Los costes y acabados justifican un mayor precio que la moda de consumo rápido»
Por lo tanto, actualmente en el ecosistema de la moda cordobesa coexisten dos grandes tendencias: quienes compiten con éxito con las grandes marcas que ofrecen productos de gran consumo, con una continua renovación de pequeñas colecciones; y quienes se centran en comercializar prendas confeccionadas con procesos más esmerados y mayor calidad, en producciones más cortas y relativamente exclusivas y personalizadas, que apuestan por una gama de calidad media-alta.
En resumen, el sector textil cordobés es cada vez más consciente de que parte de su futuro depende del slow fashion, o moda lenta y más sostenible como también puede ser nombrada. Algo que plantea cambios desde los sistemas de producción más respetuosos con el medio ambiente y la puesta en valor de la responsabilidad social, hasta la propia durabilidad y calidad de las prendas.
