Actualidad blanquiverde

Dos historias del Córdoba CF: María Duque y Francisco Muñoz, fieles en la carretera

Ella ha logrado su primer "pleno" de desplazamientos junto al equipo, mientras él llevó a su Córdoba CF hasta el Bernabéu en un Seat 600 de 61 años

María Duque y Francisco Muñoz, dos autores de historias de carretera por el Córdoba CF.

María Duque y Francisco Muñoz, dos autores de historias de carretera por el Córdoba CF. / MAC

Miguel Heredia

Miguel Heredia

Córdoba

Ella ha seguido al Córdoba CF en cada jornada, sin faltar a un solo desplazamiento. Él ha llevado al club, literalmente, hasta las puertas del Santiago Bernabéu en un viaje cargado de simbolismo y al volante de un Seat 600 con más de medio siglo de recorrido. María Duque y Francisco Muñoz representan dos formas distintas -pero igual de entregadas- de entender el cordobesismo. Ellos dos son los autores de un par de historias sonadas en clave blanquiverde. También, dos relatos de carretera, que tanto en lo personal como en lo social han acabado llevando el club de El Arcángel mucho más allá de sus fronteras. Y todo con un objetivo común: no dejarlo solo en ninguna de sus andaduras.

Todos los kilómetros por el Córdoba

Y es que desde los siete años, María supo que lo suyo con el Córdoba CF iba en serio. «Empecé con abonos que me dejaban, y ya me hicieron abonada. Me lo regalaron mis padres por la nota, a fin de curso», recuerda con cariño. Hoy, esa niña es una joven cordobesa que ha presenciado esta temporada todos los duelos del equipo, dentro y fuera de casa. En Ipurúa ante el Eibar, hace apenas unas fechas, además, logró completar su mapa de carretera particular con, según confiesa, «su primer pleno» a domicilio desde que sigue al combinado cordobesista. 

Su primer viaje, confiesa, fue inolvidable: el partido del reestreno en Primera División en el Santiago Bernabéu, en 2014. «Ver al equipo en ese estadio fue inolvidable», evoca. Desde entonces, su historia con el asfalto y el fútbol no ha parado de crecer, es más, según dice, «le cogió el gusanillo» a eso de seguir a los suyos más allá de la ciudad. Primero lo hizo con sus padres, luego con amigos. Y ahora, compaginando actividad laboral con pasión, se ha vuelto una constante en cada grada de la categoría si uno de los dos bloques que se encuentran en juego es el de Iván Ania.

María Duque, en su visita al Carlos Tartiere para apoyar al Córdoba CF ante el Oviedo.

María Duque, en su visita al Carlos Tartiere para apoyar al Córdoba CF ante el Oviedo. / CÓRDOB

Entre tanto estadio, es difícil escoger favoritos, pero Duque lo intenta: «Me gustó mucho el Tartiere, que ya lo conocía, pero el ambiente fue increíble. El Sardinero también me impresionó. Y La Rosaleda, aunque ya hemos estado varias veces, siempre es bonito volver». En el lado opuesto, experiencias como la del Nuevo Pepico Amat, A Malata o, sin ir más lejos, Ipurúa -por su lejanía-, no se encuentran entre sus destinos predilectos de la campaña. «Habiendo ido a Eibar, que está en la otra punta, seguramente el año que viene, a no ser que nos juguemos algo, no iría. Pero depende de las circunstancias», confesó, sin desestimar todavía la expedición.

Un arranque difícil

De todos los trayectos, hay uno que guarda como oro en paño: Oviedo. «Fue la primera victoria fuera de casa, que nadie se la esperaba. Hicimos una parada también en el camino. Es con el que mejor me lo he pasado, tanto por el lugar, el viaje como por el resultado», recuerda.

Porque María Duque, que también es vocal en la nueva Federación de Peñas del Córdoba CF, vivió una odisea particular en el arranque de temporada. De cuatro salidas necesitaron los califas para amarrar su primer punto a domicilio, ante el Albacete en el Carlos Belmonte (1-1), mientras que once pasaron hasta quebrar esa maldición particular que se había formado cada vez que los de Ania dejaban atrás su feudo. En cuestiones de fidelidad, eso sí, resalta que lo suyo no dependía del resultado: «Al principio ya era como: ‘a ver cuántos nos meten fuera de casa’. Pero sabíamos que en algún momento iba a llegar el partido en el que no perdiéramos», cuenta entre risas. «En Gijón, por ejemplo, perdimos, pero no nos lo merecíamos. Y en Valencia, contra el Levante, conseguimos ese punto… A partir de ahí, no hemos perdido hasta hace dos semanas en Burgos».

«Tienes que organizarte bien. También es un gasto importante, pero yo no tengo muchos más y los destino a eso, a viajar y a mi equipo. Al final es lo que más me gusta», sostiene, abriendo el paraguas para seguir con su tour particular de cara a la próxima campaña.

Un Seat 600 con mensaje

Mientras María trazaba su mapa de estadios por amor al Córdoba CF, Francisco Muñoz, abonado número 140 del club, emprendía otra ruta no menos pasional: un viaje de casi mil kilómetros ida y vuelta hasta el estadio Santiago Bernabéu… en un Seat 600. Su lema, grabado en el retrovisor: «Si un 600 puede llegar al Bernabéu, el Córdoba CF también puede hacerlo».

Exactamente 923 kilómetros le marcó el cuentakilómetros, dentro de un itinerario que comenzó en la barriada de Parque Cruz Conde y le llevó por Montoro, Cardeña, Brazatortas, Puertollano, Ciudad Real, Los Yébenes, Orgaz, y Toledo -entre otros municipios- hasta acabar en la capital. Francisco salió el martes 13 de mayo a las seis de la mañana y llegó a Madrid pasadas las ocho y media de la tarde. No fue un viaje directo: hizo paradas en varios pueblos donde autoridades y locales lo recibieron para intercambiar impresiones -y firmarle su cuaderno de carretera-. Una pequeña caravana de ánimos y orgullo cordobesista, incluso encontrando a fieles blanquiverdes por el camino, en los sitios más insospechados: que si en Brazatortas, por territorio toledano

Francisco Muñoz, junto a su hijo a las puertas del Bernabéu con el Seat 600.

Francisco Muñoz, junto a su hijo a las puertas del Bernabéu con el Seat 600. / CÓRDOBA

«Tocó tirar de paciencia en muchos tramos. Ciertamente, conducía con algo de miedo, nunca se sabe cuándo podía dejar de funcionar. Hubo alguna avería por el camino, pero se solventó bien. La temperatura también era un impedimento importante, pero llegué. Fue una jornada intensa, pero es algo que siempre me llevaré para el recuerdo», añade.

El regreso fue más directo, el viernes por la tarde. «Salí a las tres y media y a las diez de la noche ya estaba en Córdoba», resume. Un trayecto que completó en solitario: «Iba a casa de mi hijo, que trabaja allí, pero todo concluyó frente al Santiago Bernabeú».

Homenaje al club, a la ciudad y a la ilusión

Y Muñoz tenía claro que no era un viaje cualquiera. «No fue improvisado, era algo que tenía pendiente desde hace tiempo. Un día me atreví, y lo hice. Y decidí hacerlo con el 600 para lanzar un mensaje al club y a la ciudad», remarca con una sonrisa en el rostro. El coche, cargado de historia -con 61 años, nada menos-, de nostalgia y de fe en su equipo, se convirtió igualmente en altavoz rodante de una esperanza común: volver a ver al Córdoba CF en los estadios más grandes del país.

Francisco, junto a su Seat 600 frente a la sede de Diario CÓRDOBA.

Francisco, junto a su Seat 600 frente a la sede de Diario CÓRDOBA. / MAC

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