El Córdoba CF no logra despegar y cede ante el Elche en El Arcángel

El Córdoba CF ansiaba una de esas tardes de reivindicación, en El Arcángel, su feudo, ese escenario en el que la primera vuelta su nombre infundía temor y que en esta segunda, también a ritmo de visitantes de mayor calibre -y altas aspiraciones, sea dicho-, el panorama ha cambiado. Porque el fútbol a veces no entiende de dinámicas, ni de juego ni sensaciones. Lo saben bien los de Iván Ania, que ante el Elche volvieron a vivir otro desenlace caprichoso esta temporada (1-2), como viene siendo habitual en las últimas semanas. Y con él se zanjó la racha de tres empates seguidos, también la de siete jornadas puntuando de forma consecutiva. No fue por falta de intensidad, ni por desgaste, tampoco por juego y ni siquiera por falta de puntería -que pudo pulirse-. Con el semblante torcido acabó el asturiano, perplejo ante la pegada de un cuadro ilicitano que entre su sólidez defensiva, cierta fortuna y el oportunismo de Rashani pudo llevarse todo el botín sin opción a réplica.

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De menos a más

Y es que la cita exigía una propuesta de altura e Iván Ania optó por dar continuidad a prácticamente el mismo once que casi sale con los tres puntos de La Romareda semana atrás. Tocado llegaba Carlos Marín -solo se ejercitó un par de días con normalidad-, por lo que Ramón Vila pudo sumar su segunda titularidad de la temporada. La cuarta selló Obolskii, de inicio pese a encontrarse Casas ya disponible, mientras que la baja por sanción de Álex Sala dejó vía libre a un Magunazelaia a caballo entre labores de interior y mediapunta. Poco se movió en el resto, eso sí, con lo que parece que el preparador blanquiverde ha encontrado algo similar a un once tipo.

Y en los rivales hubo varias sorpresas. Se dejó en el banquillo Eder Sarabia a su máximo artillero, Agustín ‘Canario’ Álvez, que venía de no disputar un solo minuto con Uruguay. Tampoco alineó a Affengruber, aunque sí optó por dar minutos a Nico Fernández tras siete jornadas fuera por lesión. Peñijo, futbolista cedido por Las Palmas en los ilicitanos, fue la apuesta en ataque.

Pero la primera oportunidad corrió a cuenta de Fernández Mercau, que embolsó bien un toque de espuela de Óscar Plano en la frontal para mandar el balón a la madera apenas transcurridos los diez primeros minutos de juego en tierras cordobesas. Y es que había comenzado mandón el Elche, que antes del cuarto de hora ya iba por delante con el gol de Plano tras una rápida transición aprovechando un mal ensayo de Carracedo en un saque de esquina peculiar: no logró superar a su par tras jugarla en coroto, o encontró espacio para sacar el centro y tampoco pudo evitar la carrera de Peñijo por banda.

Se prendió la mecha en los de Iván Ania tras el golpe del Elche, y la respuesta no tardó en llegar. Apenas un suspiro después, Jon Magunazelaia estuvo a punto de equilibrar la balanza con un disparo a bocajarro desde el punto de penalti. La acción dejó un reguero de protestas en El Arcángel, que reclamó airadamente una pena máxima por el claro agarrón de Bigas sobre Obolskii. Siguió el juego sin incidencias, aunque el ambiente ya se iba encendiendo.

Porque la puesta en escena no había sido la mejor, pero los blanquiverdes empezaban a entrar en ritmo. Otro posible penalti, esta vez tras la caída de Carlos Albarrán cuando se colaba en el área, fue el preludio perfecto del empate. Y el destino quiso que fuera el propio lateral de Badalona quien, con un cabezazo certero al segundo palo tras una jugada de estrategia, servida por Carracedo -reivindicándose-, batiera a Dituro, que se quedó a media salida.

El Reino rugía y el Córdoba CF se crecía. La lluvia de ocasiones continuó antes del descanso: Zidane rozó el gol en una acción embarullada entre Salinas y Obolskii, Jacobo intentó sorprender desde la banda sin éxito y, justo antes del pitido, Diaby probó fortuna con un disparo que se marchó por poco. La batalla estaba servida.

Mazazo final

El segundo acto arrancó con el mismo aire, aunque con algo más de cautela. Ambos equipos se dieron un respiro de quince minutos de tanteo, en el que solo un libre directo de Jacobo y una intentona de Carracedo rompieron el compás pausado del choque. Pero cuando el reloj marcó la hora de partido, el duelo volvió a agitarse. Un arranque de Albarrán que no llegó a buen puerto despertó a los blanquiverdes, que acto seguido rozaron la remontada con Théo Zidane. Sin embargo, una falta previa en la acción le arrebató al marsellés la oportunidad de encarar a Matías Dituro.

El Córdoba CF había tomado impulso y sus fieles lo sabían. Iván Ania, consciente de la necesidad de más pólvora, movió ficha. Pedro Ortiz, Antonio Casas y Alberto del Moral saltaron al verde, mientras que Sarabia replicó con Josan Ferrández y Marc Aguado. Y la jugada casi le sale redonda al técnico blanquiverde, porque Jacobo estuvo a punto de romper el empate en dos ocasiones tras mover ficha: primero con un disparo desde la izquierda que obligó a Dituro a emplearse a fondo y luego con otro intento cruzado que por poco se envenena en la meta ilicitana. Más clara aún fue la doble oportunidad de Del Moral y Casas, dos de los recién entrados, pero el meta argentino, imponente, frustró ambas cuando El Arcángel ya calentaba la garganta.

Pero el Elche aún tenía algo que decir, y lo hizo con la contundencia de los equipos que no perdonan. En la eficacia están las diferencias en esta categoría, se dice, y así se propuso evidenciarlo el conjunto alicantino. Un aviso previo de Nico Castro encendió las alarmas, pero el verdadero mazazo llegó en la siguiente acción. Una rápida transición, favorecida por cierta parsimonia en la zaga local, permitió a Rashani clavar el puñal definitivo cuando el tiempo reglamentario se desvanecía. El golpe fue seco, demoledor, dejando a los blanquiverdes sin margen de reacción y con la mirada perdida.

Aún quedaba espacio para la épica, pero no para la precisión. Antonio Casas probó una media tijera desesperada, Xavi Sintes buscó con la cabeza un remate imposible y hasta Ramón Vila, en la última jugada, se sumó al asedio -como ejecutor de la estrategia- en un balón colgado que nadie logró cazar en el segundo palo. Pero el telón cayó sin milagro y con él, la cuarta derrota en casa en lo que va de año. Además, la racha de siete partidos sin perder se rompió de la forma más cruel, dejando en el ambiente una sensación de impotencia y un nudo en la garganta difícil de tragar. Quiere más el Córdoba CF, su campaña de notable alto, pero no está encontrando el camino para ilusionarse de verdad con algo más que la mera permanencia.

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