El cuarto de las botas
La transformación del Córdoba CF: dinero y sensibilidad
El Bahrain Victorious Nuevo El Arcángel de Córdoba es ya el nombre del estadio que aparece como «nuestro reino» en el himno del club blanquiverde, que se engancha al carro de los tiempos

Aficionados cordobesistas ante el palco de El Arcángel en el partido ante el Cartagena. / Manuel Murillo

Ya está metido en la vía de la modernidad. A escobazos, sí. Más por necesidad que por vocación, con más fe que pruebas y esforzándose por creer que lo que lo que está sucediendo es lo correcto. ¿Lo es? Quién sabe. Esto es fútbol, amigos. Por más que uno planifique sabe que hay asuntos que se escapan de sus manos -y no me refiero (solo) a los arbitrajes- y que un golpe de suerte, buena o mala, puede tumbarlo todo sin remisión. A la gente del Córdoba CF no es necesario recordarle una evidencia: hay quien está en esto por puro sentimiento y quien se arrima porque le interesa hacer negocio. Cada uno tiene su papel y es sano tenerlo claro. Lo que conviene es remar todos hacia el mismo rumbo, cada uno por sus motivos. El fútbol es una comunidad de desiguales condenados a sostenerse los unos a los otros. Y en El Arcángel, ya con 70 años cumplidos, la capacidad de sorpresa no termina de agotarse. El Córdoba es una espera eterna, una adictiva prisión permanente revisable con los resultados del fin de semana.
El cordobesismo asiste, entre la perplejidad y la esperanza, a un proceso de reconstrucción del club cuyas consecuencias son impredecibles. No hay garantias de nada, pero este es el juego. Los dueños de la sociedad -a miles de kilómetros de aquí, donde tienen a sus ejecutivos para gestionar el día a día- siguen dando pasos en su proyecto. Y los que se avecinan. Sólo hacía falta un detalle fundamental para meter el turbo: atornillar la permanencia del equipo en la Liga Hypermotion. La estadística le concede más de un 96%, por lo que solamente una hecatombe podría provocar su salida de este entorno de negocio que es LaLiga.
A cámara rápida
La renovacion de Iván Ania -que va camino de romper récords de permanencia en un banquillo cuya inestabilidad es legendaria- y los movimientos en el mercado -rejuvenecimiento de la plantilla, con la «fulminación» de la mayor parte de los héroes del ascenso del pasado junio- son parte de un plan que se ha seguido completando con un nuevo capítulo: un patrocinador principal de alta potencia. ¿Quién es? Pues el accionista mayoritario, Infinity, que refuerza el sello bareiní en una operación que etiqueta como «un hito». El campo se llamará Bahrain Victorious Nuevo El Arcángel de Córdoba y las camisetas lucirán en el pecho esta marca. La inyección de dinero garantiza «la estabilidad», según coincidieron tanto el comunicado cordobesista como el alcalde, José María Bellido, actor con papel protagonista en esta película a cámara rápida. La cantidad económica no ha sido desvelada por las caras visibles del grupo directivo del Córdoba CF. Quizá lo hagan cuando se organicen los fastos por esta nueva denominación de un estadio que, no se olvide, lleva tres décadas sin terminar y hace poco vendió como un logro excepcional haber adecentado los váteres.

Antonio Casas y Theo Zidane desatan la 'cordobamanía' / Chencho Martínez
Hace unos meses todo el personal se volvía loco celebrando el retorno al mapa del profesionalismo. Cruzar ese umbral sirve para poder codearse con vecinos de mayor rango. El seguidor de a pie puede ver a sus ídolos en la television o en los cromos... y poco más fuera de la grada dos o tres veces al mes. Esta semana se celebró un acto promocional en el centro de la ciudad y varios futbolistas firmaron autógrafos. Las colas fueron enormes y los seguidores -especialmente los jóvenes- acudieron en masa y con entusiasmo. Eran conscientes de que en estos tiempos de entrenamientos a puerta cerrada, complicado acceso a los jugadores -incluso para los medios de comunicación acreditados- y cordones de «seguridad» para evitar la contaminación con discursos distintos al oficial, esta oportunidad era única.
El Córdoba CF está viendo la luz en lo deportivo, tras abandonar las catacumbas a las que cayó después de un descacharrante primer periodo de Infinity al mando. Con la pandemia del covid, las gradas vacías y siendo un insaciable sumidero económico en todas sus áreas, la entidad encontró finalmente su puerta de escape de la mano de unos gestores -con su líder, el CEO Fernández Monterrubio- cuyo afán por escapar del populismo han derivado en una situación de desafección -por desconocimiento- en el cordobesismo. Es crucial ganar en el campo, pero también fuera. Un marcador arregla un día; un abrazo, una vida.
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