La contracrónica

La homologación del cordobesismo: el imprescindible play off de ascenso

Hay que pasar por este trance de alto voltaje emocional para entender en toda su dimensión qué es ser del Córdoba

El Arcángel San Rafael en la puerta del estadio, con los cordobesistas agolpados ante la cita del play off de ascenso.

El Arcángel San Rafael en la puerta del estadio, con los cordobesistas agolpados ante la cita del play off de ascenso. / Manuel Murillo

Francisco Merino

Francisco Merino

Córdoba

Sin una experiencia así no se se puede llegar a la homologación del título de cordobesista. Esto va más allá de la posesión de una tarjeta de abonado o de un enganche transitorio al calor de una buena racha. En esencia, se trata de esto: quien no haya experimentado en carne propia un play off de ascenso del Córdoba CF tiene una pieza por colocar en su bendito rompecabezas blanquiverde. Y el auténtico y verdadero play off para un cordobesista, el que le retuerce el corazón y le deja una señal de por vida, es el que se juega para llegar a Segunda División. Como el que ahora está librando en el campo y en las gradas, donde todo el mundo coincide en la percepción es estar viviendo momentos extraordinarios. Para bien o para mal, ya se verá.

Todos los que sienten en blanquiverde saben que hablarán dentro de muchos años de lo que pasó -de lo que está pasando- en El Arcángel en los tiempos de Ania -la ambición encarnada-, de Carracedo -el que se fue entre sombras y volvió bajo el foco principal- o de Antonio Casas, la versión actual de héroes caseros como Alfonso Espejo, tipos que caen bien porque van a por todas, celebran cada gol como si fuera el último y no van de divos por la vida. Aunque a veces tengan motivos. El rambleño firmó un golazo de nivel superior a los pocos minutos de partido: controló, le hizo un sombrero al defensa y tal y como caía la empaló al fondo de la red. Una delicia.

 «Un gol tempranero es decisivo. Como aquel que marcó Pierini de cabeza ante el Huesca, ¿recordáis?», dice uno. Ha pasado de eso casi tanto tiempo como la vida de una persona desde que nace hasta que tiene derecho al voto. Da lo mismo. Hablan como si hubiera pasado ayer. Fútbol.

Antonio Casas celebra su gol ante la Ponferradina en El Arcángel.

Antonio Casas celebra su gol ante la Ponferradina en El Arcángel. / A.J. GONZÁLEZ

En el campo ocurrieron cosas. Nuevos apuntes para el libro del cordobesismo. En la Fan Zone se tiró de archivo mental para ilustrar a los chavales con anécdotas, chascarrillos y leyendas, que son lo que queda de experiencias pasadas cuando les quitamos las partes feas y dejamos solo lo que realmente nos emociona. Aunque el cordobesista de cuna, tendente al tremendismo, nunca pierde ocasión para recordar que los fantasmas existen -porque los han visto- y que no hay que fiarse de nadie: ni de ajenos ni de propios. Historias del play off. De Paco Jémez llorando en el campo del Getafe tras una eliminación, del atraco del árbitro Valle Gil contra el Levante, de socios rompiendo el carné tras una bochornosa derrota ante el Deportivo B, de los doce mil desplazados a Elche para festejar un ascenso que no se produjo... También de los dos goles de Asen en Pasarón, de los alaridos que retumbaron en las calles de la ciudad a finales de los 90 con los goles de Ramos y Óscar Ventaja en Cartagena... Y, cómo no, del mítico gol de Uli Dávila en el descuento en Las Palmas para llevar al equipo a Primera División hace justo diez años. La historia del Cordoba CF se escribe en los play offs. Ascensos y salvaciones, los títulos de los humildes.

Gudelj, a pie de césped, junto a Adri Castellano y Simo Bouzaidi.

Gudelj, a pie de césped, junto a Adri Castellano y Simo Bouzaidi. / A.J. González

Nadie se lo quiso perder. Ni siquiera Dragisa Gudelj, aclamado como un icono eterno en El Arcángel. La afición coreó el nombre del serbio, caído por la causa en acto de servicio en plena temporada, y volvió a vitorearle en la fiesta final. El futbolista saltó la valla y se incrustó en el fondo del estadio, rodeado de una hinchada que le sintió como uno de los suyos.

Hubo 21.245 aficionados, la mejor entrada de la última década, para componer un entorno de Primera y arropar a un equipo que lucha por ser de Segunda. En ello está. Tuvo sus instantes de inquietud tras el gol berciano, pero terminó por solventar la cuestión, desde el punto de penalti y en el descuento, el capitán Kike Márquez. El plan sigue su curso. El último escollo se las trae: el Barça B.

La pedagogía en El Arenal: "¡Volveremos!"

Este tipo de partidos se dan muy de vez en cuando. Quienes son conscientes de ello arrastran a los seguidores más jóvenes, que han visto escenas así por las redes sociales con otros equipos y que, picados en su orgullo, quieren formar parte de la apasionante escenificación de apoyo al club de su tierra en un momento clave. El Córdoba CF lucha por subir a Segunda División, un lugar que se abandonó de muy mala manera -destruido deportiva y económicamente- en 2018 y al que ahora aspira a retornar después de una reconstrucción a fondo, previo tour por la cuarta división en una etapa de penuria sin precedentes. Ya no queda en el club casi nadie de los de antes, pero hay quienes no han cambiado. Ellos. Los cordobesistas de tropa. Los que apenas necesitan como motivo una esperanza de éxito para agolparse en torno a un escudo inmortal.

«¡Volveremos, volveremos...!», cantan desde las gradas. El hit se escuchó de manera insistente en los llanos de El Arenal durante todo el día. Por fortuna para los más esforzados, el sol no golpeó y la temperatura fue benévola. Hubiera dado lo mismo. Para calentarse ya están ellos, con sus métodos y sus razones. La Fan Zone cumplió su cometido: sirvió como punto de reunión desde la previa, aportó colorido y evitó en cierto modo las -inevitables, de todas formas- colas en los accesos a El Arcángel. Hubo menos rezagados que en otras ocasiones porque todos sabían que el espectáculo comenzaba mucho antes de que el árbitro pitara el inicio del partido. 

Así han recibido los aficionados al Córdoba CF

Víctor Castro

El recibimiento al autobús fue de los que humedecen los ojos a los fanáticos más bregados. Por la emoción y por el humo. Los jugadores se bajaban del vehículo atravesando un pasillo de vítores, palmadas y cánticos en gargantas desgarradas por la repetición. Y quedaba luego el episodio final. El tifo -«Estamos volviendo»-, el mosaico, el himno... El pack completo de animación. En una semifinal por el ascenso a Segunda, ojo. Los cordobesistas son así. No le piden exquisiteces a su equipo: Simplemente que ganen y escapen esta división más pronto que tarde. Los futbolistas entraron al estadio con las endorfinas disparadas. «Aquí está tu gente, la que no te va a fallar», decían los hinchas. El Córdoba les correspondió como la ocasión merecía. Esto sigue.

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