Manuel Mosquera y su espina clavada en el banquillo del Córdoba CF

El entrenador blanquiverde, tras despedirse matemáticamente del objetivo de alcanzar a la fase de ascenso, busca en Mérida su primer triunfo tras seis encuentros dirigidos

Manuel Mosquera, durante una sesión del equipo de esta semana.

Manuel Mosquera, durante una sesión del equipo de esta semana. / A.J. GONZÁLEZ

Miguel Heredia

Miguel Heredia

Con el cuaderno de cuentas a pleno rendimiento, aunque también con aspiraciones mucho más modestas que las inicialmente esperadas. A falta de apenas dos fechas para dar carpetazo a su extraña participación en la Primera RFEF este curso, al Córdoba CF solo le queda contentarse con un reducido grupo de “objetivos menores”, alicientes de aquí al cierre de campeonato que pasarán, en buena medida, por mejorar una imagen en caída libre durante los últimos meses, también con la llegada de Manuel Mosquera al banquillo, donde el coruñés acumula seis semanas con el objetivo de sumar de tres, las seis sin éxito. Empato ante Alcorcón, Depor y San Fernando, cayendo ante Racing de Ferrol, Balompédica Linense y Rayo Majadahonda. Un contexto, así, en el que preparador busca una reacción moral -traducida en victoria- de la mano de sus pupilos, a los que toca reponerse desde lo más inmediato: la visita al Mérida en el Estadio Romano José Fouto, este sábado (19.30 horas, InSports TV).

Un triunfo personal y profesional

La estadística ofrece un escenario poco tranquilizador para el de Oleiros, protagonista de uno de los peores arranques históricos de un nuevo técnico blanquiverde en lo que va de siglo. Con tres puntos de los últimos 18 como saldo, la opción de suponer un revulsivo tras la marcha de Germán Crespo también se ha torcido en buena medida, lejos de mejorar las prestaciones del granadino -ligeramente en el juego durante sus primeros envites, eso sí- y sin remediar una crisis futbolística y resultados que ha acarreado el adiós a cualquier objetivo más noble que la mera permanencia esta temporada y, por otro lado, una potencial clasificación a Copa del Rey que todavía queda en el aire, aunque con reducido margen de maniobra.

El discurso también ha sido cambiante. Empezando por la efusividad al tomar las riendas de un proyecto “ilusionante”, pasando por la “rabia” y “frustración” profesional tras la primera tanda de reveses, para acabar en una situación enrarecida en la que el ambiente, crispado, ahora también desde la grada, se entrelaza con las malas sensaciones sobre el verde. El resultado, de esta forma, es el de un Manuel Mosquera que sigue sin dar con la tecla en un Córdoba CF al que las opciones se le agotaron hace tiempo, ahora ante las dos últimas citas del gallego en su banquillo y con la tarea de ofrecer la transición menos brusca posible a la próxima temporada, en la que se retomará el objetivo del salto a Segunda División.

Entre esas labores, por tanto, el preparador ultima un plan para hilar la ansiada tercera victoria del cuadro cordobesista en lo que va de año, atragantado entre la inoperancia, la pólvora mojada y la fragilidad defensiva, casi independientemente de la figura en la sala de mandos. Desde el secretismo de otra jornada de entrenamientos a puerta cerrada, la de este jueves en el estadio, así, las armas blanquiverdes se preparan y disponen para el único propósito posible: superar al Mérida en un escenario icónico como el Estadio Romano, en busca de recuperar un ápice de la identidad perdida y, de paso, dar un ligero respiro al banquillo.

Manuel Mosquera, junto a sus futbolistas en la sesión de trabajo en El Arcángel de este jueves.

Manuel Mosquera, junto a sus futbolistas durante la sesión de trabajo en El Arcángel de este jueves. / CCF

Agria experiencia en Primera RFEF

En lo relativo a Mosquera, nuevamente, el regusto agridulce de una temporada singular -negativamente- en la categoría de bronce tampoco es un escenario desconocido, después de sus amargas etapas en el Extremadura y el Talavera, en las que se doctoró frente a situaciones comprometidas. Más allá de la evidente peculiaridad de una racha difícil de concebir como la blanquiverde, al de La Coruña le tocó lidiar con panoramas similares, pese a sus matices, en Almendralejo, donde tras un balance de 24 jornadas, cinco triunfos, cinco empates y 14 derrotas en la temporada 2021-2022 -la pasada-, más una agónica desaparición del club, impagos y el consecuente descenso administrativo de por medio, cerró el penúltimo antecedente antes de su llegada a El Arcángel

Fue precisamente de la mano del cuadro extremeño, al que tuteló durante cuatro temporadas, sinónimo de 101 partidos, coincidiendo a su vez con futbolistas como Willy Ledesma y Kike Márquez, donde Mosquera consiguió situar los puntos álgidos de su corta carrera como entrenador -cinco cursos-, a la que siguió dando forma desde tierras toledanas, donde certificó otro descenso.

Con el Talavera, de este modo, al de Oleiros también le tocó lidiar con una coyuntura algo enrevesada sobre la bocina, guardando ciertos paralelismos con la que atraviesa en el Córdoba CF, al que también llegó durante la recta final del calendario de Liga. En el cuadro cerámico, no obstante, el cometido fue otro bien distinto, emplazado a salvar una categoría que, más tarde, tras la desaparición del DUX Internacional de Madrid, se lograría en formato diferido, aunque habiendo certificado previamente el descenso a Segunda RFEF sobre lo estrictamente deportivo. Durante las ocho jornadas en las que el técnico ocupó dicho banquillo, la reacción pasó por tres triunfos, un empate y cuatro derrotas, insuficientes para levantar a un Talavera al que el farolillo rojo engulló sin miramientos, al igual que para situar un bagaje notablemente superior al que arrastra en el Córdoba CF, con solo tres empates y tres derrotas en el expediente.

Manuel Mosquera, durante el pasado encuentro ante el San Fernando en El Arcángel.

Manuel Mosquera, durante el pasado encuentro ante el San Fernando en El Arcángel. / Francisco González

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