«Tener que ganar por el escudo, por el honor, por el orgullo». Esa fue la premisa hilada por un Manuel Mosquera decidido a cerrar su etapa en el Córdoba CF con, al menos, una victoria bajo su dirección, tarea de dificultad para el gallego desde que asumió el banquillo califa después de la salida de Germán Crespo -con un balance de solo dos de quince puntos disputados-, pero que llega a las vísperas del compromiso frente al San Fernando en El Arcángel (domingo, 18.00 horas, InSports TV) con la intención de cumplirse, a la par que para todavía mantener con vida las matemáticas, en lo propio, en busca de una carambola que así lo posibilite en lo ajeno. «Hemos vuelto a entrenar muy bien, a ponernos las pilas. No matemáticamente, pero con el objetivo casi difuminado, no es fácil. La exigencia sigue siendo máxima. Hasta el último segundo del último partido aquí no va a respirar nadie, primero para conseguir la victoria, después para conseguir las tres», manifestó el preparador tras la sesión de trabajo de este viernes en la Ciudad Deportiva.

Un rival en busca de la permanencia

Lo de enfrente será un cuadro azulino con el propósito de finiquitar su pelea por la permanencia esta temporada, en la que todavía no ha conseguido certificar su presencia en la Primera RFEF para el próximo curso, con 43 puntos en el casillero, nueve en juego y cuatro de ventaja respecto a la zona de descenso. «Lo conozco bastante bien. Es un equipo que cuando ha necesitado los puntos ha ido muy fuerte. Ha cambiado mucho con Pablo Alfaro. Empezaron la temporada queriendo tener un mediocampo muy bueno, con jugadores muy rápidos en banda, pero ser más posicional. Ahora es un equipo más directo, más rápido, más consistente. No ha llegado de casualidad a los 43 puntos, se ha ido armando cada semana. Me parece que está terminando bastante bien. Entiendo que necesitan una victoria sí o sí, pero me espero un San Fernando que esta semana tiene una incógnita con nosotros. Tendrán sus dudas», señaló.

Un San Fernando que, además, sitúa el último antecedente de victoria a domicilio este curso, allá por el pasado mes de enero, todavía con Crespo en el banquillo y en el primero de los dos únicos triunfos contabilizados en esta segunda vuelta del calendario. «En vez de mirar la situación del rival, tenemos que mirar la nuestra. Individualmente nosotros nos jugamos muchísimas cosas. El objetivo está difuminado, tendría que haber una debacle para que tuviéramos opciones, pero la victoria es tan importante que cualquier cosa del San Fernando me parece menor que lo que nosotros necesitamos. Pienso en mi equipo, la necesita tanto que vale por cualquiera de los objetivos del rival. Es una victoria personal, en el orgullo, necesitadísima», indicó seguidamente.

Lance del entrenamiento de este viernes en la Ciudad Deportiva. Manuel Murillo

Recuperar el alma y el ambiente

Tras el pasado compromiso frente al Linense, por otro lado, el de Oleiros reconoció la falta de claridad e incluso «alma» del equipo durante la cita en el Municipal de La Línea, una realidad y contexto difíciles de encajar tras el choque, aunque superada con «trabajo» después del revés. «El otro día no tuvo alma, pero no es un equipo sin ella. Lo que dije tras la Balona es que parecía un equipo sin alma, se lo dije también a los jugadores en el descanso. El entrenador puede hacer 500 rayas en la pizarra, que darán igual si se juega así. Es en ese partido, donde tuve la sensación. Fueron tres partidos en la semana, un comienzo gris. Este equipo no está sin alma, el equipo entrena increíblemente bien, con fuerza, energía y con ganas de revertir», afirmó.

En la misma línea, el técnico gallego valoró el actual ambiente de la plantilla, tocada por las circunstancias y el adiós virtual al objetivo de la fase de ascenso, aunque con la idea de seguir buscando el triunfo para recuperar su identidad. En lo referente al «rifirrafe» del pasado miércoles entre el propio Manuel Mosquera y Juan Villar, el preparador restó peso al asunto: «No fue tan desagradable, fue más normal. Fue como una discusión entre un árbitro y un jugador, en el que le quitas un gol. A los jugadores, según su carácter, les gusta más o menos. A Juan no le gustó. Así se terminó el entrenamiento, porque terminaba el partido. Después hablé con él. Era prácticamente como una charla entre dos jugadores. No sé si ha armado mucho revuelo, pero no era para ello. No tenía ni recorrido», aclaró seguidamente.

La propia frustración profesional, precisamente, también fue reconocida por Mosquera, matizando en todo momento su «rabia» por la situación, aunque huyendo repetidamente del «desánimo» pese a las circunstancias. «No gasto energías en ello. Cada día me vuelvo a regenerar, a ponerme fuerte. Los jugadores me ayudan. Después tenemos el día del escaparate, en el que todo lo que se ha trabajado a lo largo de la semana depende de la victoria. Aquí la trayectoria es nefasta. Lo diga o no, ganando el domingo vuelves de alguna forma a justificar lo que haces, si no no tienes argumentos. Si no hay victoria, es mejor callarse», finalizó.