Reza el manido refrán que hay veces que es mejor dar un paso hacia atrás para dar dos hacia adelante. No se descubre nada si se dice que, lo que se esperaba que fuera una temporada dura al estar en una categoría muy lejos de la soñada, se ha convertido en un año de restaurar nexos que parecían rotos, e incluso destrozados, y afición, jugadores y directiva del Córdoba CF vuelven a caminar en la misma línea. Que sea un amor "de verano" habrá que verlo.

Tras levantar un título, dominar la categoría con solvencia y estar invictos, de momento, en su campo, al Córdoba y a su afición les faltaba una cosa por hacer este año, al margen, obviamente, del ascenso, y era un gran desplazamiento. El encuentro de este domingo frente al Antequera se postulaba como el idóneo para ello y así fue. 

Más de 1.200 cordobesistas abarrotaron las gradas de El Maulí en el que ha sido además el primer desplazamiento masivo tras el covid. En las horas previas al encuentro, los bares de Antequera estaban abarrotados de cordobesistas que ya calentaban sus gargantas y hacían sus predicciones sobre el encuentro. Para la mayoría de ellos era su primer partido fuera de casa esta temporada y admitían echar "mucho de menos esto". Mientras que otros, más valientes, comentaban que siempre que pueden van "a ver al Córdoba, sea en casa o no, y esta temporada ya llevamos unos cuantos viajes". Para algunos era la primera vez que iban a ver a su equipo y estaban "muy emocionados". En lo que sí coincidían todos es que era una jornada de fútbol "como las de antes".  

Marcha de aficionados en las calles de Antequera. CCF / LOF

Desde el mediodía las calles del municipio malagueño se llenaron de color y de aficionados blanquiverdes que se entremezclaban con los del conjunto local. Porque también fue un día de hermanamiento. Algunos aficionados intercambiaron bufandas y banderas de sus respectivos equipos y les han deseado suerte "a partir de la próxima jornada" a sus adversarios deportivos.

A las 16 horas, los aficionados, distribuidos en distintos puntos de la localidad, se agruparon en la plaza de Castilla para hacer el camino hacia el estadio juntos. En el camino las bengalas dieron color a una afición entregada que ya se dejaba la garganta animando a su equipo.

Ya en El Maulí, cualquiera que fuera ajeno al partido no sabría decir qué equipo jugaba de local. Con toda la grada de preferencia llena, la afición cordobesista se volcó con su equipo y animó, como suele hacer, desde el primer minuto hasta el último.

Seguidores cordobesistas en El Maulí. CÓRDOBA

Un primer tiempo sin goles no hizo decaer la ilusión de los desplazados. Había quien incluso, creía que "simplemente le estamos dando emoción". En la segunda parte se lanzaron papelitos y las gargantas volvieron a vibrar. Sin embargo, conforme pasaban los minutos el nerviosismo se apoderaba de la hinchada y volvían el runrún y el "Córdoba échale huevos". "No puede ser que empatemos después de todo", decía un joven mientras pedía insistentemente que la gente animara.

Pero casi como si el final estuviera escrito, en la que fue prácticamente la última jugada, Omar Perdomo anotó y El Maulí explotó. Tras el pitido final el éxtasis se apoderó de una grada que vio peligrar los tres puntos y más de uno suspiraba aliviado. 

Como decía el grupo Love of Lesbian, "no todos los días conspiran así". Y bendita conspiración son días como estos en los que el fútbol nos hace sufrir e ilusionarnos a partes iguales, porque sí, bendita conspiración que es el fútbol.