El Córdoba CF implora un descanso y un paso por el taller de reparaciones. En Ceuta agarró un punto más ante un adversario al que mantiene a raya: le sigue sacando ocho de ventaja, con un partido menos. Se le acerca a seis el Cacereño, al que en su momento destrozó en El Arcángel. Esa es la película de este curso. Todos siguen por detrás de un Córdoba que rara vez sale de vacío. Lo hace hasta en sus días más tibios. No fue el caso en el estadio Alfonso Murube, donde protagonizó una actuación coherente. No era un día para volverse locos. Iba con bajas -echó de menos el vigor joven de Simo y Casas-, con alguna zona remendada, pero cumplió con su deber del mejor modo. Puso oficio y saber estar para no detenerse en su sagrada misión de dar un paso hacia el mapa del profesionalismo. Con más ganas que fuerzas, el Córdoba puntuó y no hay quien le atrape. 

Lo mejor que puede decirse del Córdoba es que no tiene la necesidad de ir variando de planes ni de justificarse por nada. Tiene la hoja de ruta bien delimitada, sabe perfectamente el camino, las escalas y el punto de destino. Y mantiene el volante bien agarrado. No hay a día de hoy ninguna razón que lleve a cuestionar la condición de candidato número uno al ascenso del Córdoba CF. Ni siquiera lo que pasó en Ceuta, donde con algo más de acierto hubiera rascado los tres.

El grupo está saturado de piernas y de cabeza. No es fácil tener que demostrar cada siete días -o menos, porque los últimos meses han sido brutales por el calendario- que uno es el mejor. Lo lleva haciendo desde la primera fecha del campeonato, cuando aplastó en Chapín por 1-5 al Xerez y se situó en una primera posición que no ha perdido ya jamás. Los de Germán Crespo no son imbatibles. Alguien les puede vencer algún día. Ya lo hicieron el Villanovense en Segunda RFEF y el Sevilla de Lopetegui -su gesto desencajado en la banda de El Arcángel forma parte ya de la historia- en la prórroga de la Copa del Rey. Otra cuestión es que exista algún equipo que tenga la suficiente capacidad futbolística y aguante como para desbancarle de su atalaya. Y ahí, señores, el panorama es meridiano: ni por los números ni por el rendimiento parece que haya oposición real. A todos los que merodean a su alrededor en la clasificación los despachó en su día con solvencia. El Ceuta, competidor directo, celebró el empate como si fuera un premio. El Córdoba se fue con hambre. Eso es lo que hay. Le falta dar un último bocado al año en La Palma. Luego, el campeón de invierno podrá descansar.