Con su partido número 200, Javi Flores se reafirma como el futbolista en activo que más veces ha defendido el escudo del Córdoba CF. Ya lo era desde hace tiempo, pero apenas nadie reparaba en ello. El de Fátima es uno de la casa, un apéndice más de una entidad que suele vivir en convulsión permanente y en la que lo normal es el abrazo a posteriori. A la gente de la cantera se la reconoce casi siempre mal, tarde o nunca. A Flores no hace falta que le cuenten películas porque él siempre fue protagonista. Seguramente a su pesar, sobre todo en los años de juventud en los que se le encumbró por la necesidad de ídolos locales para incentivar la identidad en tiempos difíciles. Ahora, en su madurez, cumple su papel en un Córdoba que trata de impulsarse tras haber tocado fondo. Está en ello.

Javier Flores Santacruz (Córdoba, 1986) alcanzó la doble centena de compromisos oficiales en una cita histórica: el primer partido del Córdoba en la Copa RFEF. Ganaron por 1-3 a la Balompédica Linense y la semana que viene se cruzarán con el Juventud de Torremolinos, que se deshizo del Betis de Hadú ceutí. Se trata de una competición en la que clubs de los campeonatos abisales -cuarta, quinta, sexta...- luchan por obtener un billete para los primeros cruces de la Copa del Rey, esa en la que los blanquiverdes intervenían sistemáticamente desde hace más de dos décadas. Así están las cosas ahora. Pero cuando el Córdoba CF gana es una herejía desperdiciar la ocasión para sonreír. Nunca se sabe qué puede pasar después. Ser cordobesista es saber disfrutar cuando se puede. Flores lo hace sin demasiados aspavientos, con esa misma flema que tenía cuando irrumpió como juvenil. Algunos de los que veían indolencia aprecian ahora aplomo y oficio. Es su forma de ser y de jugar al fútbol, no hay más. Ni los años ni las circunstancias han cambiado su esencia.

"Esto supera todas mis expectativas. Siempre soñé con poder hacerlo alguna vez, pero no imaginaba tanto. Me siento un privilegiado poder disfrutar de esta camiseta y del ambiente en el reino. Vamos a por más". Lo escribió Javi Flores en su cuenta personal de Twitter poco después de que el club divulgara el dato con una rotunda frase -"Bienvenido a la historia, capitán"- y las fotos de jugadores legendarios como Escalante, Álvarez, Luna Toledano o López Colodrero. Los números le conceden un sitio en el santoral cordobesista, pero él quiere algo más. Regresó a casa por algo. Quería disfrutar un ascenso y terminó padeciendo un descenso. Podría haber cogido la puerta y dejar el problema para otros, pero se bajó el sueldo para quedarse en la Segunda RFEF y hacer lo que es debido: aportar donde haga falta. Una labor de capitán.

Coleccionista de vivencias

Flores ha vivido todo en el Córdoba CF. Ascensos -en 2007 en Huesca-, descensos, pifias y hazañas. Fue perla de la cantera y veterano con galones. Le aclamaron con pancartas en las gradas de El Arcángel y le chiflaron cuando salía a calentar. Le echaron en su día por un ERE en la época de Carlos González y volvió a casa de la mano de un presidente, Jesús León, que no pagaba y que fue detenido en una operación de la Guardia Civil. "Me han llamado del club de mi tierra", le dijo al Elche después de ascender a Primera División y con un año más de contrato con la entidad ilicitana. El Córdoba estaba hundido en Segunda B y Javi Flores apostó por meterse de nuevo en el torbellino. 

Javi Flores conduce el balón en el Municipal de La Línea en su partido número 200 con el Córdoba CF. LOF

Ya lleva 200 partidos, con 77 victorias, 66 empates y 57 derrotas. Se estrenó un 28 de agosto de 2005 en El Arcángel, ante el Villanueva de Córdoba, en un derbi provincial en Segunda B. Acumula 12.564 minutos entre Segunda División, Segunda B, playoff de ascenso a Segunda, Copa del Rey, Segunda RFEF y Copa RFEF, con 19 goles, 50 tarjetas amarillas y dos rojas. Entre su primera etapa cordobesista (2005-2011) y la actual (2019-2021) pasó por el Getafe, Murcia, Hércules y Elche. Ahora es lo que siempre fue: un cordobesista más, un chaval de barrio que sigue esperando ese momento mágico de celebrar en Las Tendillas un ascenso que sería, a la vez, una salvación.