560 días sin llevarse un viaje de hermandad al recuerdo. Más de 18 meses viendo al Córdoba CF, y sobre todo sufriendo, a través de la televisión, de la radio, de los directos de las webs. O de comentarios de amigos. Los primeros 200 cordobesistas que pudieron viajar desde aquel último viaje a la Ciudad Deportiva de El Rosal, ante el Cádiz B, llegaron a Jerez sin olvidarse de los pasos obligatorios. Algunos, ya desde la mañana, estaban en la ciudad del caballo y hasta visitaron la playa. Comida, comentarios de ilusión sobre la campaña que se inicia y ganas, muchísimas ganas de verse de nuevo en un estadio viendo al Córdoba CF.

«Una vez lo vi en El Arcángel, en serio», comentaba uno de ellos, maldiciendo la mala suerte en sorteos o compromisos familiares y laborales. A 200 metros de Chapín, en la conocida zona de bares y terrazas donde se concentran los seguidores xerecistas, convivencia sin ningún tipo de problema. Algún comentario de guasa y poco más. Pero era más llamativo lo que no se decía. Se avecinaba ese primer paso final a todo: un avance en la vuelta a la normalidad, también en el fútbol, y un salto de categoría. «Tiene que ser la temporada del Córdoba CF, ya le toca, hombre», comentaba uno acercándose a Chapín con la novia.

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Y, como el día de su boda, ese en el que se pretende que todo salga perfecto para que el recuerdo no tenga ni el más mínimo tinte gris, victoria del Córdoba CF. Un triunfo claro que se celebró por todo lo alto en la grada habilitada para los cordobesistas en Chapín. Con sus seguidores correspondieron los jugadores, que tanto con el segundo como con el tercer gol se acercaron a su vertical para ser jaleados por el cordobesismo presente, para compartir esa felicidad. Un cordobesismo que por fin tuvo una felicidad completa.