Seis expulsiones siete amistosos de verano. ¿Es normal? Las cifras resultan llamativas en un equipo que en los últimos años, y en plena competición, no se ha caracterizado precisamente por ser un coleccionista de rojas. De hecho, la media docena en este periodo estival es superior a las recibidas en las temporadas 19-20 (1) y 20-21 (3) en Segunda B.

Está siendo la pretemporada del Córdoba CF tan irregular como reflejan los marcadores, con cuatro victorias y tres derrotas en los siete encuentros disputados hasta la fecha. Los blanquiverdes han mostrado una virtud clara en lo que a juego de ataque se refiere. De medio campo hacia delante, el Córdoba CF apunta mecanismos y ha mostrado velocidad en algunas fases de distintos partidos. En definitiva, y solo en principio, aparenta el equipo de Germán Crespo que sí intenta aprender lo que quiere hacer con el balón.

Entre los defectos se encuentra la forma en recuperar ese balón. El trabajo del conjunto blanquiverde sin posesión ha dejado lagunas y no se puede afirmar que fruto de esos agujeros negros hayan llegado las seis expulsiones sufridas en 630 minutos de fútbol, lo cual hace más preocupante aún el papel de los arbitrajes que tenga el conjunto blanquiverde en la nueva Segunda RFEF. Las rojas por lances del juego han sido más por malas maneras que por evitar una manifiesta ocasión de gol, por ejemplo. El Córdoba CF sufrió expulsiones ante el Linares (0-1, Willy Ledesma), Algeciras (0-1, Álex Bernal), Extremadura (3-2, José Cruz y Omar Perdomo) y Balompédica Linense (2-0, José Ruiz y José Alonso).Terminó entero ante Marbella (4-3), Recreativo de Huelva (1-0) y Rayo Majadahonda (3-2).

De esas seis expulsiones, una se produjo por protestar, por calificar eufemísticamente al resultado de la tangana en El Arcángel ante el Extremadura, que terminó con la expulsión de Omar Perdomo después de la trifulca generada por la entrada de José Cruz a Rubén Mesa, por la que también vio la roja directa. Otra la vio en circunstancias parecidas Willy Ledesma, ante el Linares Deportivo, tras lo acontecido con Fran Carnicer en los últimos minutos del partido. Es el segundo capítulo de expulsiones, el de entradas extemporáneas, fuera de cacho y mostrando una cara de equipo bronco o en el que algún cable pelado necesita sustitución. Si lo de José Cruz fue algo más que llamativo y que venía de un enganche anterior, más extraña resultó la de José Ruiz, tras el empellón propinado al cordobés Victor Mena en La Línea, ante la Balona. Un balón que salía por el fondo, sin ninguna opción de disputa y en el que el balono tenía ventaja finalizó con un feo gesto del blanquiverde, castigado con la correspondiente expulsión.

Cuatro expulsiones evitables

Por lo tanto, cuatro expulsiones más que evitables y que pueden achacarse tanto a la propia pretemporada como a cierta tensión que transmite el equipo, sobre todo cuando pierde el balón o no mantiene la posesión del mismo. En otras palabras, no es que el Córdoba CF se encuentre incómodo sin balón, es que además parece generar nerviosismo cuando no lo recupera con relativa celeridad. Quizá tenga más que ver con la falta de herramientas para hacerse con él que con el hecho de no tenerlo. En todo caso, tiempo hay por delante para rectificar esos gestos. Una solución que ha de llegar por el mayor trabajo de presión, tanto en el mediocampo como en la defensa.

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Las otras dos expulsiones son achacables totalmente a la pretemporada, tanto de los propios jugadores como de los árbitros. La de Álex Bernal en Algeciras no podría considerarse ni expulsión, dentro del contexto de partido en el que se produjo y por sus dos «faltas», mientras que la de José Alonso, también en La Línea, es más que asumible, tanto por las acciones del jugador como por las decisiones del árbitro.

Así, está claro que tres de las seis expulsiones sufridas por el Córdoba CF en este verano podían ser más que evitables si la serenidad hubiera sido bandera desde el inicio de la pretemporada. Un aplomo que ha de aparecer en los dos últimos choques, ante el Recreativo Granada y Pozoblanco, para afrontar el estreno liguero con un punto de tranquilidad, y sobre todo confianza real, para todos.