Este domingo se ha cumplido el vigésimo segundo aniversario del regreso del Córdoba CF a Segunda División, encuentro que sirvió, aquel 22 de agosto de 1999, para que el Nuevo El Arcángel también se vistiera de plata, ya que se inauguró oficialmente un lustro antes.

No pisaba la segunda categoría del fútbol español el Córdoba CF desde el 22 de mayo de 1983, cuando ganó en El Arcángel, el viejo, al Xerez por la mínima (1-0) con gol de Chiqui. Después, 16 años de travesía en el desierto con visita fugaz incluida a la Tercera División en la 1984-85. Precisamente ante el Xerez (o su sucesor) estrenará el Córdoba CF su paso por la Segunda RFEF, el próximo 5 de septiembre.

Diego Ribera, ante Sánchez Jara, en El Arcángel, el de 22 agosto de 1999.

Con El Arcángel mostrando sus mejores galas, tanto al Córdoba CF de Pepe Escalante, que 53 días antes había logrado la hazaña de Cartagena, como los millares de seguidores que se congregaron en el coliseo ribereño, no pareció importarles mucho el resultado. El triunfo del Sporting de Gijón (0-1) con gol de Lediakhov era un mal menor después de más de tres lustros de penalidades y quedaba mucha Liga por delante. De hecho, el Córdoba CF salvó la categoría con cierta comodidad, aunque durante algunas jornadas visitó la zona de descenso a Segunda División B.

Hace justo hoy 22 años, el conjunto blanquiverde alineó a Leiva, Ruiz Otxoa, Juanito, Robert, Rafa Navarro, Alberto Saavedra, García Sanjuán, Pedro Aguado, Óscar Ventaja, Júnior y Diego Ribera. También jugó Alfonso Barajas, que entró en el minuto 73 por García Sanjuán para enfrentarse a un Sporting de Gijón que, pasados los años, mostraba nombres conocidos para el aficionado blanquiverde. Sergio Sánchez, Sánchez Jara, Mesas, Isma, Mingo, Manolo Sánchez, Mario Cotelo, Lediakhov (anotó en el minuto 44), David Cano, Cheryshev y Monchu. También jugaron Urbano, Cañizares y Perovic. El Sporting se llevó los tres puntos de El Arcángel en su estreno en plata, hace hoy 22 años. El cordobesismo recibió un palo en su retorno, pero la alegría por haber abandonado el infierno era mayor que ese marcador adverso.