El Córdoba CF ha puesto el pie en el fondo y busca impulso para salir a flote y respirar aire nuevo. Este lunes iniciará en El Arcángel una pretemporada singular por su normalidad, entendida como el ajuste a los patrones clásicos de la época. A saber: dispone de una plantilla prácticamente cerrada , ha concretado sus ensayos amistosos, la campaña de abonados arroja datos ilusionantes, su nombre aparece en el listado de la Federación para la confección del calendario y hasta ha logrado un acuerdo de uso de la Ciudad Deportiva para la próxima década. Le van bien las cosas. Nada que ver con los delirantes últimos veranos, repletos de escándalos, impagos, líos federativos y dudas sepultadas bajo discursos grandilocuentes y estrategias fallidas. 

Obsesionado por volver a ser lo que fue, se olvidó de lo que era y se perdió en su laberinto. Ahora el Córdoba CF quiere ejercer su derecho a la redención. Está en la Segunda RFEF, la cuarta división nacional, por lo que su objetivo a corto plazo es más que evidente. Lo saben todos -los que estaban y los que han llegado-, pero no están dispuestos a torturarse con más presión.

Si el Córdoba es el mejor, no tendrá que pregonarlo delante de micrófonos sino demostrarlo en el campo. Las apelaciones a la humildad han sido constantes en las declaraciones de los arquitectos del proyecto, que han quedado marcados por lo que sucedió en el pasado curso. El durísimo golpe provocó un periodo de reflexión en el grupo Infinity, que sopesó movimientos en la cúpula aunque, finalmente, la propiedad bareiní apostó por la continuidad en los cargos.

La segunda oportunidad

Con Javier González Calvo al frente de Unión Futbolística Cordobesa (UFC) y Juan Gutiérrez Juanito como máximo responsable -Miguel Valenzuela presentó la dimisión- en la dirección deportiva, el Córdoba encara una segunda oportunidad para detener un declive sin parangón en la historia del fútbol español, tras desplomarse en seis años desde la Primera División hasta la Segunda RFEF. 

La hecatombe deportiva, que ha coincidido con la pandemia mundial del coronavirus y sus efectos, deja un panorama de vértigo absoluto para el Córdoba CF, que necesita recuperar el sitio «en una categoría mínimamente importante», como recalcó en su presentación el granadino Germán Crespo, un entrenador cuyas ansias por crecer profesionalmente van ligadas a las del club. Su perfil, distinto al de la mayoría de sus antecesores en el puesto, y su conocimiento de las divisiones de barro son las bazas con las que el Córdoba busca ser competitivo del modo en que hay que serlo. Ya quedó patente que disponer de la plantilla más lustrosa y costeada del campeonato no solo era insuficiente para ascender, sino incluso para mantenerse.

El talante, el método y las piezas parecen estar claros en un Córdoba en reinvención. La bajada de humos -para quien los tuviera- ha ido de la mano de un descenso de sueldos, con un reajuste económico al que se acoplaron los capitanes -Javi Flores, De las Cuevas y Bernardo Cruz- y el máximo goleador del pasado curso, Willy Ledesma. Todos continúan en un grupo que se ha reconstruido con futbolistas jóvenes, tirando de la agenda de un Juan Gutiérrez que llevaba tiempo preparando esa revolución. El ex internacional y campeón de Europa quedó afectado por el desenlace del campeonato pasado y, de hecho, su continuidad estuvo en el alero. En cuanto la decisión de Baréin desactivó todas las demás candidaturas, el gaditano protagonizó el periodo de fichajes más activo de las últimas décadas. «Todos son de primera opción», resaltó.

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El cordobesismo tiene ganas de tener ganas. La campaña de abonados, que recurrió a la nostalgia -aquel curso del 84 en Tercera-, ha calado en la afición. En la primera semana hubo más de dos mil carnés expedidos, en una primera avalancha que augura una recuperación del ambiente -a expensas, lógicamente, de las medidas sanitarias- en El Arcángel.

El Córdoba abrirá su preparación para ganarse un sitio -el primero- en un nuevo escenario, una inquietante Segunda RFEF repleta de adversarios con los que jamás se cruzó en el camino y que verán a los blanquiverdes como «el partido del año». Es lo que toca. El Córdoba sueña con los mejores frutos de las semillas de su desgracia.