El 2021 significó el final de una categoría en el fútbol español. La Segunda División B no se entiende sin el Córdoba CF y la historia blanquiverde es incomprensible sin el famoso pozo que impidió durante más de una década la llegada del cordobesismo al fútbol de plata, al fútbol en color, al fútbol en la televisión nacional, al de los jugadores que salían en los cromos. De las 44 temporadas de existencia de la Segunda B, en 22 tuvo como integrante al Córdoba CF. En unas ocasiones como equipo con dificultades; las más de las veces, como gallo y aspirante a cotas mayores, de ahí que de una forma u otra, toda una generación -o dos- de cordobesistas se criaran en la fatalidad: cuando no tocaba un año de insoportable vulgaridad, lo hacía otro de ilusiones rotas en la última semana, en el último día, en el último minuto de competición. 

Eliminando las dos victorias logradas ante el Portuense en la 92-93 tras retirarse el equipo gaditano, el Córdoba CF disputó 848 partidos entre Liga regular y liguillas de ascenso, con un balance de 346 victorias, 260 empates y 242 derrotas. Anotó 1.111 goles y encajó 893, siendo Alors el primer expulsado y Valverde el último. 

Disputó en total seis fases de ascenso a Segunda (90-91, 94-95, 95-96, 96-97, 98-99 y 06-07), cinco en forma de liguilla y una, la de la campaña 06-07, por eliminatorias. Esta y la del 99 fueron las únicas en las que logró el éxito, así como el ascenso directo de la campaña 80-81.

Leyendas de bronce

A pesar de todo lo vivido, los grandes nombres y las leyendas del Córdoba CF se forjaron en bronce. Aquel equipo blanquiverde de la década prodigiosa de los 60 en Primera dio paso a una pléyade de jugadores en los 80 y 90 que, más allá de la categoría, han dejado su impronta de forma indeleble junto al escudo del Córdoba CF. Perico Campos, Ortega, Juanito, Loreto, Algar, Emilio Vega, López Murga, Paco Jémez, Berges, Valentín… La lista sería interminable y por algo esos nombres son referencias en el imaginario del cordobesismo pese a vivir, posiblemente, una de las peores etapas en la historia del club. Porque un tercio de la historia del Córdoba CF se ha vivido en la ahora desaparecida categoría.

Nadie como alguien de fuera, Javier Zubillaga, desprendido de afinidades o atavismos, lo supo definir mejor. El riojano llevaba horas en Córdoba y, en enero del 2009, dijo en la sala de prensa de El Arcángel: «El Córdoba CF es un equipo de Segunda División B que circunstancialmente, puntualmente, se ha asomado a la Segunda División A».

Algunos no entendieron la afirmación, posiblemente los mismos que 30 años antes vieron la caída de su equipo a la recién creada Segunda División B. Era 1978 y seis años antes el Córdoba CF militaba en Primera División, de ahí que el descenso se viviera como una afrenta, sin reparar en un detalle importante: el club de El Arcángel atravesaba serias dificultades económicas. Pese a ellas, se entendía que el Córdoba CF militaba en una categoría que no le pertenecía, una Segunda B en la que sí estaban el Levante, el Xerez o el Gimnástic (entonces Gimnástico) de Tarragona, pero también el Calvo Sotelo, el Onteniente, el Portuense o el Díter Zafra.

Aires de grandeza

Pese a los falsos aires de grandeza, el Córdoba CF regateó el descenso a Tercera en las últimas jornadas de aquella 78-79. De hecho, cuando logró el ascenso en el 81 tres jornadas antes del final de Liga con un empate en Ibiza, el logro deportivo ni siquiera se celebró en la ciudad. Se daba por hecho que «el Córdoba CF estaba donde le correspondía, como mínimo», dando la espalda a la realidad, que no es otra que con el nombre y el escudo o la solera no se consiguen logros deportivos. Para que no hubiera duda, el conjunto blanquiverde encadenó dos descensos consecutivos y dio con sus huesos en la Tercera División, categoría que no pisaba, en aquel 1984, desde tres décadas antes. Ya no se veía tan denigrante militar en esa Segunda División B que se convertiría en un pozo para no pocos equipos, pero fundamentalmente para el Córdoba .

Más allá de partidos inolvidables en Liga regular, aquel sistema de liguillas de ascenso provocó situaciones más que llamativas y dolorosas, que invitaban a componendas o, al menos, a pensar en que las había. Destituciones de entrenadores justo antes de iniciar la fase clave de la temporada, manifestaciones en la ciudad por el arbitraje de un colegiado, invasiones de campo en El Arcángel persiguiendo al árbitro de turno y, sobre todo, la trituradora de entrenadores. La lista de técnicos del Córdoba en la década de los 90 conformaría, por sí sola, un grupo de riesgo de vacunación contra el covid.

Hablar del Córdoba CF en los 90, en Segunda División B, es hablar de la locura extrema, incluidos dos campeonatos ligueros, en la 94-95 y en la 96-97. También de 11.000 cordobesistas en Elche para una liguilla de ascenso desplazados con cientos de autobuses, de un cambio de estadio, de nombres ilustres del fútbol español que no encajaban en la utopía blanquiverde por mucho que el dinero intentara integrarlos y, también, de protestas de jugadores por impagos de nóminas. Y, precisamente, tras un amago de encierro por uno de aquellos impagos, llegó la liberación. Adiós a la Segunda B, al menos momentáneamente. 

La hazaña de Cartagonova

El Cartagenazo de junio del 99 supuso la vuelta a la realidad, la constatación de que no todo es lo económico y de que el éxito deportivo es imposible de medir, de predecir, por mucho dinero que se invierta. Tras 15 temporadas en Segunda B y una en Tercera División, el Córdoba CF regresaba a Segunda División A. 

Escalante y sus jugadores en la fiesta del ascenso en Las Tendillas en 1999. A.J. González

Córdoba había tenido en ese período cinco alcaldes y tres de ellos solo conocieron al equipo blanquiverde en Segunda B durante su mandato: Herminio Trigo, Manuel Pérez y Rafael Merino. La entrada en la OTAN, la llegada a la UE, la Expo del 92, las Olimpiadas de Barcelona, la llegada de las televisiones de pago que revolucionaron el fútbol a finales de los 80 y principios de los 90, por no hablar de Eurocopas o Mundiales, las vivió el Córdoba CF en Segunda División B.

Con fallos y aciertos, posiblemente más de los primeros que de los segundos, sería injusto olvidar a sus dirigentes, desde José María Romeo Moya hasta Antonio Adarve, desde Claudio Ripoll hasta Enrique Cárdenas, pasando por Rafael Gómez, quien posiblemente reactivó aquel sentimiento cordobesista dormido en la ciudad. Y, por supuesto, Rafael Campanero Guzmán. Si la Segunda B no se entiende sin el Córdoba CF, éste tampoco es comprensible sin el abonado número 1 de la entidad.

Y en lo que respecta al césped, no pocas de las gestas y de los ídolos del cordobesismo proceden de aquella etapa inolvidable del Córdoba CF en la categoría que acaba de desaparecer. Y no es extraño que sea así. El primer gol cordobesista en Segunda B lo anotó Burguete, en el empate blanquiverde en su visita al Barcelona B, ya que el estreno cordobesista en casa fue con un empate a cero ante el Gerona. 

Pepe Escalante anotó el primer gol en el viejo El Arcángel, ante el Nástic de Tarragona. El primer tanto en el actual El Arcángel, que se produjo en Segunda B, lo marcó Antonio Valentín en la goleada blanquiverde al Recreativo de Huelva (4-0), en noviembre del 93. Y en el colmo de lo que es el cordobesismo, el ascenso del 99 se produjo con un nombre, José Luis Rodríguez Loreto, que ya tenía compromiso para la siguiente campaña con el Cádiz. La fiesta de aquel ascenso tiene como imagen inolvidable la de las lágrimas del máximo goleador blanquiverde en Segunda B, con 60 tantos. En aquella fiesta también estaba el jugador que más partidos de liguillas de ascenso a Segunda disputó con la elástica blanquiverde, Juan González Maestre Juanito, que tuvo que acometer nada menos que 18 partidos de fase de ascenso para terminar alcanzando la Segunda División A.

Y, finalmente, dos breves etapas. La vuelta en forma de gallo de bronce en el 2005, con primer intento fallido, algo intrínseco en el alma cordobesista, y el éxito posterior con nombres también inolvidables como Javi Moreno, Pierini, Arteaga, Asen, Guzmán o Javi Flores. Y las dos últimas, 19-20 y 20-21, con un Córdoba CF que ha demostrado que tendrá que volver a reinventarse para recuperar el brillo perdido sin abandonar la humildad de la categoría en la que está. Una categoría que ni es la Segunda B ni podrá recuperarla, porque ya no existe.

El último partido en Segunda B, su hogar durante casi un tercio de su vida, tuvo el sello del fatalismo cordobesista: una victoria inútil y un descenso a la cuarta división: la Segunda RFEF.