Sería discutible señalar quiénes jugaron el partido ante el filial cadista como una final y quiénes no. Incluso entre los que no habría alguna disputa, porque siempre ese jugador en concreto tiene su defensor. Córdoba y el Córdoba CF han tornado últimamente en ser más de un futbolista que del propio equipo. Que lo haga un jugador es hasta lógico -aquello de los egoísmos-, pero que lo haga un aficionado... El caso es que las caras de los dirigentes al llegar a la Ciudad Deportiva de El Rosal (o Bahía de Cádiz, como quieran) eran clara muestra de que para ellos sí que lo era. Sin excepción. Adrián Fernández Romero acudía con una sudadera negra con letras blancas entre las que destacaban las cifras de la fundación del club: «1954». Serio, poco hablador con los suyos, aunque tampoco Valenzuela o Juanito estaban para charlas distendidas, a pesar de que estaban por allí Jordi Tur y también el exblanquiverde Alejandro Alfaro, ahora metido en labores de scouting. Semblantes serios y rictus de tensión ya en la previa, cuando se dirigían hacia el palco.

Evidentemente, las caras fueron a peor prácticamente desde el primer minuto. Cuando se veía llegar el drama, allá por el minuto 80, Fernández Romero no aguantó más. Se había despojado de la sudadera -el sol apretaba de lo lindo, en contraste con el partido de la pasada temporada, influido por un ventarrón constante- y con camiseta blanca y verde a listas verticales -o verde y blanca, como prefieran- enfilaba el camino de salida. Se detuvo, dando una última oportunidad al equipo, pero la jugada terminó en nada, en saque de banda. Y desapareció negando constantemente con la cabeza y mirando hacia abajo.

Willy Ledesma tenía 12 adversarios: los once de amarillo y uno del trío arbitral, concretamente el que cubría el ataque del Córdoba CF_en la primera parte. Tras señalarle una falta en ataque, el jugador cordobesista no pudo aguantar más y le espetó: «Siempre, ante la duda, siempre igual». Es decir, ese «siempre igual» significaba que «siempre en contra de mí y de los míos». A continuación le señalaba un fuera de juego dudoso. La mirada del extremeño al linier era de las que daban miedo. Masculló algo, inaudible, salvo para Álex Martín. Al defensa cadista, lógicamente, le faltó tiempo y recordando tiempos de Primaria fue corriendo al ayudante: «¿Viste lo que te dijo, línea? Te dijo que eres muy malo». A pesar de la tensión, la escena provocaba la risa.

El ayudante de Alemán Pérez lo dejó correr. Willy Ledesma terminó el encuentro con las lágrimas saltadas y un empleado del Cádiz preguntaba por el equipo que «hace pocos años» estaba en Primera. «¿Qué le pasa al Córdoba? ¿Cómo es que está así?». Y había que responder la verdad: ni el Córdoba CF sabe lo que le pasa. Solo unos pocos saben la verdad.