Fracaso. Pocas veces se ha empleado esa palabra en el Córdoba CF para definir una temporada. Tampoco en el fútbol en general, pero Javier González Calvo, consejero delegado blanquiverde, fue categórico. De hecho, subrayó la rotundidad en dicho fracaso y aunque apuntó diversos motivos para que el conjunto blanquiverde se encuentre en donde está, también emplazó a final de temporada para dibujar un análisis más completo. Aún hay una salida. Y a por ella va un Córdoba CF herido.

Hoy por hoy ya se pueden analizar cuáles son las causas que han llevado al Córdoba CF a encontrarse en marzo con la necesidad de pelear por una plaza para estar la próxima campaña en la tercera categoría del fútbol español. Y al igual que sucede con el éxito, el fracaso no tiene una sola razón o motivo, aunque el primero suele tener multitud de nombres reclamando su paternidad y el segundo es huérfano, generalmente. Sin embargo, en el caso del Córdoba CF, ese fracaso tiene multitud de aristas y de responsables, tanto en nombres, como en situaciones y decisiones.

El Arcángel y la pandemia

Durante el verano se preguntó a todos los protagonistas blanquiverdes si la Liga no tenía el reto añadido de jugar en un Arcángel vacío. No tanto -que también- por no disponer el conjunto califal del apoyo de su hinchada, que sin ir más lejos, fue importante en la consecución de no menos de cinco puntos extra en la campaña 19-20. La cuestión era planteada más porque los adversarios que le tocaban en suerte, tradicionalmente, no tenían el respaldo del Córdoba CF en sus respectivos campos, empezando precisamente, por los filiales, que tradicionalmente juegan en familia o ni eso. Por lo tanto, la situación de ver el Santo Domingo, el Artés Carrasco, las respectivas ciudades deportivas o incluso La Condomina vacíos o prácticamente desiertos no era ninguna novedad para sus inquilinos. Para el Córdoba CF, ver El Arcángel sin ocupar sí suponía un cambio. No solo mental, sino también competitivo. De hecho, tanto el técnico de entonces, Juan Sabas, como no pocos jugadores, reconocían que debían sobreponerse a esa «primera baja» de la temporada. Posteriormente, se confirmó que el Córdoba CF echó de menos a El Arcángel, cerrado a causa de la pandemia.

Grada semivacía en El Arcángel esta temporada. Chencho Martínez

La enfermería y el esprint

Otro aspecto en el que se hizo hincapié en primavera y verano, conforme se iba conformando la nueva Liga, era la particularidad de la competición. En 18 partidos, menos de una tradicional primera vuelta de campeonato, el Córdoba CF y sus rivales se jugarían mucho de su futuro. Así, el margen de error se reducía y se convertía en vital poder puntuar cada semana. Dos derrotas consecutivas o un empate en tres jornadas significaba descolgarse de los puestos de privilegio y con un margen cada vez más escaso para poder remontar.

De la jornada 4 a la 6, el Córdoba CF sumó un punto de nueve en disputa y de la jornada 11 a la 14 solo hizo dos puntos de los 12 en juego. Por poner en perspectiva, el UCAM Murcia, posiblemente el equipo más fiable del Subgrupo, tuvo una mala racha, de la jornada 10 a la 14, en la que hizo tres puntos de 15 en juego, su único momento malo, resuelto en el arreón final, en el que sumó 10 de los 12 en juego

Jugadores del Córdoba CF en un entrenamiento en la Ciudad Deportiva. Manuel Murillo

La regularidad era básica en una competición tan corta y el Córdoba CF no lo fue por varios motivos. Uno de ellos, las lesiones. Con un plantel cargado de años, lo que ha sido un problema común para muchos equipos de fútbol en esta temporada en cualquier categoría, se ha convertido en un desastre en El Arcángel. La operación de Julio Iglesias, la baja federativo a Samu Delgado por una lesión muscular resuelta en el mercado de enero o las siete jornadas que De las Cuevas, por ejemplo, estuvo lesionado -más una octava, en Granada, en la que recayó tras jugar menos de un cuarto de hora-, son algunos de los ejemplos por el vía crucis que ha tenido que pasar el Córdoba CF en esta campaña.

Con 35 ausencias por lesión o sanción (sobre todo en el primer apartado), las casi dos bajas de media en cada jornada han hecho mella en un equipo en el que casi el 70% de esas ausencias se ha cebado el jugadores de 30 años o más. En general, en la mayoría de las jornadas se comprobaba que los convocados por el entrenador eran los futbolistas disponibles y no los elegidos.

Dirección deportiva: el entrenador

Una de las primeras decisiones llamativas en la dirección deportiva del Córdoba CF fue la elección del entrenador para la 20-21. O la no elección. Juan Sabas llegó al conjunto blanquiverde unos días antes del confinamiento y posterior suspensión de la competición. A pesar de lo transmitido, el debate no fue pequeño a la hora de elegir técnico, pero se apostó por la renovación del madrileño, a pesar de más de una duda en la decisión. Con tiempo de sobra pudo elegirse otro entrenador y transmitir de forma justificada dicha medida: no es igual contratar a un técnico en mitad de una temporada, en la que se busca en cierta medida un revulsivo, que hacerlo con un entrenador que ha de iniciar una campaña en la que se buscan más cualidades. En todo caso, en El Arcángel se decidió desde el corazón, con la convicción de que «algo» se debía a Juan Sabas, y se renovó la apuesta por él pese a las dudas existentes. A pesar de estar toda la pretemporada con el equipo y de conocer a su plantilla, las derrotas consecutivas en El Arcángel ante el Sevilla Atlético y en Linarejos supusieron que Sabas solo dirigió al Córdoba CF en seis encuentros oficiales tras llegar a la entidad blanquiverde siete meses antes, en marzo.

Pablo Alfaro, entrenador del Córdoba CF, en la Ciudad Deportiva. Manuel Murillo

Las dudas con su relevo, Pablo Alfaro, no han desaparecido pese a la ratificación pública de la cúpula cordobesista. El aragonés tiene en contra sus constantes cambios en el once titular, llevados a extremos en alguna ocasión, con la mitad del equipo nuevo con respecto a la jornada anterior. También, el manejo de no pocos partidos en lo que a cambios o control del choque en sí, así como el no ajustarse a un esquema predeterminado. Por su parte, el técnico blanquiverde es consciente de la veteranía del plantel, de la falta de músculo, de la limitación física y del déficit de competitividad en algunas zonas. Y en ambas valoraciones, desde las distintas orillas, no hay falta de razón.

Dirección deportiva: la plantilla

Posiblemente, el pecado original en la cúpula deportiva se tenga más en el origen que en la acción o desarrollo de su labor. En lo que a nuevas incorporaciones se refiere, la dirección deportiva del Córdoba CF -Miguel Valenzuela y Juanito-, exceptuando a los chavales del filial, realizó 13 incorporaciones, entre verano e invierno, para la primera plantilla. Hay dos nombres que claramente fueron errores: Alain Oyarzun y Alberto Salido, aunque de este último poco se esperaba y se miraba más como fichaje de última hora ante la imposibilidad de incorporar a un delantero de cierto nivel. Futbolistas como Berto Espeso, Samu Delgado, Alberto Ródenas y Álex Robles, dos de ellos sub-23, no han dejado de ser nombres interesantes -sobre todo el asturiano- que completaban el grupo.

Miguel Valenzuela y Juanito, en el palco de El Arcángel durante el partido entre el Córdoba B y el Utrera, de Tercera División. Chencho Martínez

Hombres como Bernardo, Mario Ortiz, Djak Traoré, Nahuel Arroyo y Farrando -siempre que actúe como central y ser un lateral accidental- son jugadores que claramente tienen sitio en una plantilla de Segunda B situada en los puestos altos de la tabla, así como la apuesta realizada en verano con Alberto del Moral. Darren Sidoel, por su parte, podría haber sido necesario en la segunda parte de la Liga, cuando Alfaro decidió en contadísimas ocasiones jugar con trivote -sistema con el que más fiable se ha mostrado el equipo- pero, incomprensiblemente, fue el propio técnico blanquiverde el que señaló su salida para reforzar el equipo en el mercado invernal. No se valora a Sidibé por su condición de cedido, porque Alfaro apenas ha contado con él y de alguna manera hay que situarlo en el rincón de la incógnita después de anotar seis goles y dar una asistencia en más de 2.000 minutos jugados la pasada temporada en el Andorra.

En todo caso, la relación de fichajes que apenas han generado dudas llega hasta la media docena, pero ya en verano se avisó de que, dada la hipoteca del propio plantel, en la decena de incorporaciones se necesitaba un pleno absoluto o casi. A pesar de tener no pocas dudas sobre varios jugadores con contrato en vigor, el Córdoba CF decidió otorgar continuidad. Para ello hubo un aspecto principal: el económico. Rescindir a los jugadores que generaban dichas dudas suponía un coste adicional de plantilla superior al millón de euros, con el desembolso adicional en la contratación de sus relevos. Tras esta decisión se dio el paso del autoconvencimiento, aspirar a que al menos en alguna época de la Liga, corta por otra parte, esos hombres sí aportaran al equipo. Pero apenas ha ocurrido. Así, nombres que ya estaban en la plantilla de la pasada temporada, muchos de ellos con las mayores fichas, han desaparecido del once. Y entre los que se han mantenido, pocos han brillado. 

Lo más dramático para el Córdoba CF es mirar la estadística: de los 11 jugadores más utilizados en la actual temporada, siete ya tenían contrato la pasada campaña y entre los cinco siguientes, solo dos llegaron el pasado verano. Es decir, 10 de los 16 jugadores más utilizados ya tenían contrato en vigor en la 19-20. Al Córdoba CF le faltaron en esta primera fase de la Liga regular que los teóricos llamados a liderar el equipo lo hicieran de verdad para ser acompañados y completados por los llegados en verano. La guarnición, en líneas generales, estuvo ahí, pero se echaba en falta el solomillo.

El club y el discurso

No ayudó y en caso de que la Liga no sufriese los rigores de la pandemia hubiera supuesto un lastre. Comunicativamente el Córdoba CF es francamente mejorable, pero posiblemente los detalles que menos ayudaron fueron las afirmaciones de poseer «la mejor plantilla de Segunda B» o «cualquier derrota es un fracaso». Máxime, cuando la exigencia histórica del Córdoba CF estaba matizada el pasado verano por la llegada de una nueva propiedad, meses antes, y después de una etapa más que turbulenta, en la que se necesitaba de tiempo para transformar, entre otras cosas, la propia plantilla. Esas matizaciones no hubieran supuesto renunciar a nada, pero una cosa es avisar de que no se renuncia a nada, que se aspira a estar arriba, a garantizar la Segunda B Pro, y otra muy distinta es hacer reposar todo el club, diez millones de euros invertidos, en un cara o cruz. Porque en el fútbol, y bien lo sabe el Córdoba CF a lo largo de su historia, muchas aspiraciones se resuelven a favor o en contra en el último minuto del último partido de la temporada.

Javier González Calvo, consejero delegado del Córdoba, en su última comparecencia ante los medios en El Arcángel. A.J.González

Evitar la «hecatombe»

Pese a todo, el Córdoba CF puede salvar al menos parte de los muebles de la temporada. Si el aspecto físico era fundamental al inicio de la temporada, ahora, tras más de seis meses de competición, lo será más. De ahí que Alfaro tenga que centrarse no poco en los jugadores que más frescura tengan y más energía puedan aportarle.

Pese a la derrota, de nuevo ante el Betis Deportivo se comprobó que aportando músculo al centro del campo el conjunto blanquiverde logra un mayor equilibrio y, sobre todo, mayor nivel de protección, sin dejarse llevar por nombres o ascendencias. Si las bandas y los laterales continúan aportando y Willy Ledesma mostrándose dinámico, el Córdoba CF también tendrá presencia en área rival, tal y como hizo ante el filial bético, que se llevó el triunfo en El Arcángel por la fatalidad de las lesiones en los últimos minutos. El equipo puede dar el nivel para competir esa plaza hacia la Primera RFEF. La clave estará en la elección de los idóneos.