El Córdoba pidió una afluencia masiva de la afición durante los días previos al partido y esta se encontró con un espectáculo deportivo de serie B, rozando la Z, que no supieron interpretar los mejores actores, superados esta vez por el guión, que fue malo, muy malo, pero efectivo. Como si la película llenara las salas de cine a pesar de no llevarse ni una sola estrella de los críticos. De esas que no valen ni para ser emitidas en la sobremesa de los domingos y necesitan de una sobredosis de palomitas --o pipas-- para ser soportada.

Un filme preparado por Josu Uribe en los pequeños estudios de Ipurúa, pero rodada en el escenario exterior de El Arcángel con todo el sabor del País Vasco más profundo. Uribe, un director con amplia experiencia, estrenó su obra lejos de casa ante un público predispuesto a abuchearle, pero que acabó rendido ante su buen hacer. Prueba de ello es que hacía tiempo que un jugador rival no arrancaba los aplausos de la grada y ayer Alaña, un central, lo consiguió con un papel corto pero intenso.

Y es que el Córdoba se empeñó en parecerse al Eibar durante muchos minutos. Luna sacó a escena a sus estrellas y Uribe, que solo cuenta con actores principiantes, poco conocidos o en decadencia, utilizó el poder del argumento para ser merecedor a los tres puntos. Los blanquiverdes abusaron de los balonazos sin sentido a una delantera totalmente ineficaz ante una defensa que sabía perfectamente cómo contrarrestar ese tipo de juego. En el norte lo explican muy bien y Añibarro y Alaña fueron alumnos aventajados.

Tras el descanso, emergieron dos secundarios, Javi Flores y Asen, para ofrecer un poco de efectos especiales de calidad, no como los anteriores, a los que se les veían hasta los hilos. Uno comenzó la escena, otro la culminó, y entre los dos tornaron la tragedia en tragicomedia.

Carlier quiso que el final fuera trágico. En su diálogo con Pierini, el francés salió vencedor, pero se encontró con Raúl Navas, que hizo su aparición estelar de todas las semanas para mantener el resultado. El gaditano sí que podría emprender viaje hacia Hollywood, pero sigue aquí. Por suerte, se conforma con un Goya.