Como diría Hume , nunca hay observaciones suficientes para relacionar A (en este caso la derrota) con B (en Ipurúa); causalidades para tratar de buscar un porqué a la costumbre de lo que sucede en Eibar, a que llegue el Córdoba una y otra vez y no logre los tres puntos, si es posible hacer aplicaciones filosóficas al mundanal fútbol. Quizá sea cierto --y Kant estaría también de acuerdo-- que la experiencia de las últimas campañas apunte a que a los cordobeses se les atraganta siempre el reducido campo y el juego eibarrés; incluso se ha apuntado a priori como ley: aparece y nunca gana. Así, puestos a encontrar una solución, me apunto no a que la causa-efecto sea el comportamiento, sino que todo conduzca --el primer filósofo diría-- a los hábitos de la psicología humana. Y es que de tanto decir que no se puede, al final, se lo terminan creyendo. Luego sigamos mirando todos hacia arriba en la tabla clasificatoria, que el descenso está a tan solo tres puntos. Por si vale la filosofía.