El alga asiática invasora cumple 10 años en las playas andaluzas: así se expandió una amenaza ecológica que llegó al Estrecho

Los investigadores andaluces Rubén Vázquez y Salvador Román realizan un recorrido de la evolución de 'Rugulopteryx okamurae' desde el Estrecho hasta Bilbao

Imagen de archivo de una playa de Tarifa.

Imagen de archivo de una playa de Tarifa. / A.Carrasco Ragel / EFE

Domingo Díaz

El alga asiática invasora cumple diez años en las playas andaluzas. Se cumple una década de la llegada de una amenaza ecológica y socioeconómica creciente, ya que la 'Rugulopteryx okamurae', su verdadero nombre, es "incontrolable", "irradicable" y se encuentra no solo ya en Andalucía, sino en las costas españolas bañadas por el Atlántico, el Mediterráneo y hasta el Cantábrico. Así lo afirman los investigadores andaluces Rubén Vázquez, natural de Jerez de la Frontera y profesor de la Universidad de Alcalá, y Salvador Román, natural de Tarifa e investigador de la Universidad de Vigo, en un estudio publicado en la revista Marine Environmental Research que analiza la evolución y expansión de esta especie.

Los expertos en ciencias marinas recuerdan que "desde su llegada al Estrecho en 2015", el alga asiática ha colonizado grandes extensiones del litoral andaluz, "afectando a ecosistemas y sectores clave como la pesca y el turismo". En su estudio señalan que este macroalga ha encontrado en las aguas que bañan a la Península Ibérica "condiciones óptimas para su desarrollo". Esta alga se reproduce entre los 10 y 30 grados, pero eso no significa que no pueda soportar, de manera puntual, temperaturas más bajas. "Actualmente, según los estudios realizados, se puede encontrar en zonas con unas condiciones ambientales y oceanográficas tan diferentes como Bilbao y Sicilia".

El estudio destaca que la invasión realizada en apenas 10 años por 'Rugulopteryx okamurae' "pone en evidencia la vulnerabilidad de las costas andaluzas ante especies exóticas y la importancia de una respuesta coordinada para minimizar su impacto ecológico, económico y social".

Esta alga supone un problema porque ya "ha colonizado grandes extensiones del litoral andaluz, afectando a ecosistemas y sectores clave con la pesca y el turismo", señalan Vázquez y Román. Su desarrollo hace imposible algunas artes de pesca, ya que deteriora y llena las redes lanzadas al mar. Además, los pescadores artesanales de la zona ya han denunciado en más de una ocasión el desplazamiento de especies como el pulpo. Además de la incomodidad que crea a los bañistas, en algunos casos, puede suponer "problemas de salud pública".

Un pescador recoge las redes llenas de esta especie en la costa de la Luz en una imagen de archivo.

Un pescador recoge las redes llenas de esta especie en la costa de la Luz en una imagen de archivo. / Román Ríos / EFE

Identificada por primera vez en 2002

Aunque apenas lleve una década en Andalucía, esta alga asiática fue encontrada por primera vez en el Mar Mediterráneo en 2002, en la costa francesa de Thau Lagoon. Lo hizo, a priori, como alga asociada a la importación de ostras para acuicultura.

En 2015 llegó al Estrecho "muy probablemente" como consecuencia de "una liberación ilegal de aguas de lastre de barcos comerciales, ya que el Estrecho es una de las zonas con mayor tráfico marítimo del mundo". Los principales vectores de dispersión, apuntan los estudios analizados por Román y Vázquez, son "la acuicultura y el tráfico marítimo".

Aun así, no son los únicos. "Otras líneas de investigación también han demostrado que en algunos casos la invasión ha sido causada por el uso de la biomasa de esta alga como material de embalaje o directamente a la dispersión a través de las corrientes marinas. De hecho, esta última opción parece coger peso en los últimos años, ya que se ha demostrado que algas encontradas a gran profundidad serían viables para colonizar nuevas áreas si fuesen transportadas a zonas con condiciones favorables para su proliferación", explican los investigadores.

El alga asiática ha colonizado las siguientes localizaciones de las costas mediterráneas y atlánticas: Ceuta (2015), Parque Nacional de Calanques (2016), Al Hoceima (2019), Azores (2019), Playa de Doña Ana (2021), Madeira (2021), Alicante (2023), Palermo (2023) y Bilbao (2024).

Figura incluida en el estudio de los investigadores andaluces.

Figura incluida en el estudio de los investigadores andaluces. / Salvador Román y Rubén Vázquez

Posible uso industrial

El estudio destaca la necesidad de aplicar medidas de gestión para frenar un avance incontrolable. Entre las mismas se destacan desde medidas de detección temprana al cumplimiento de las leyes relativas al tráfico marítimo internacional. Otra medida que podría frenar su avance sería aumentar los controles sobre la importación de especies acuícolas.

Los ayuntamientos suelen destinar grandes cantidades de dinero a retirar esta alga de sus costas. Sin embargo, Román y Vázquez destacan que "el problema no desaparece, entre otras cosas, porque la posterior gestión de esa biomasa aún no está bien definida".

De hecho, se plantea la posibilidad de aprovechar esta biomasa "para usos industriales o agrícolas, convirtiendo esta amenaza en una oportunidad". Eso sí, esto debe hacerse bajo "un estricto control" que evite nuevas proliferaciones. Por tanto, señalan hay que elevar la importancia de "una respuesta coordinada para minimizar su impacto ecológico, económico y social".

Tracking Pixel Contents