GANADERÍA

La batalla de Bailén del siglo XXI: un pueblo unido para evitar que se instale una macrogranja de cerdos

La histórica villa, que en su día ganó la primera batalla al Ejército de Napoleón, lucha ahora por evitar una instalación que albergaría 2.880 cerdas reproductoras | Una plataforma vecinal, ecologistas y catedráticos advierten del daño ambiental que causaría: "Afectaría a la salud del pueblo"

Una vecina de Bailén saca dinero de un cajero en el centro del pueblo, junto a un cartel contra la macrogranja.

Una vecina de Bailén saca dinero de un cajero en el centro del pueblo, junto a un cartel contra la macrogranja. / EL PERIÓDICO DE ESPAÑA

Roberto Bécares

Bailén (17.377 habitantes) se despereza la mañana con la parsimonia de los festivos. Varias señoras limpian la entrada de sus casas con tiento porque la acera anda resbaladiza después de que cayera una fina lluvia de madrugada. Por la que llaman calle Real, la arteria comercial del municipio que ahora aúna varias calles y que en su día atravesó Isabel II, pasan un puñado de runners y madrugadores de paseo. Pocos son los comercios que empiezan a abrir sus negocios. Con lentitud. Sin prisa. Una vecina saca dinero en un cajero de Caixabank al lado de un cartel que es imposible no ver varias veces si se hace un recorrido por la ciudad: “Salvemos nuestra tierra. No a la macrogranja de Bailén”.

Anda la histórica villa, que infligió la primera derrota al Ejército de Napoleón en 1808, inmersa en una nueva batalla: evitar que una macrogranja de cerdos se implante en el Alto de La Muela, a apenas 2,5 kilómetros del municipio. “Es que estamos hablando de la salud de un pueblo”, razonan desde la Coordinación de la Plataforma Bailén No a la Macrogranja, que ya ha reunido más de 7.000 firmas contra el proyecto que pretende instalar la empresa Piensos Jiménez, que tiene instalaciones parecidas en otros puntos de Andalucía y Murcia.

La infraestructura, cuyas obras de acondicionamiento de los terrenos ya se han iniciado, contempla albergar un total de 2.880 cerdas reproductoras, “lo que supondría alrededor de 50.000 cabezas de ganado al año en un sitio de alto valor ecológico, y de biodiversidad, zona de paso de lince y de aves migratorias”, aprecia una portavoz de la plataforma. 

En la actualidad, en nuestro país existen cerca de 90.000 granjas de porcino, la mayoría de ellas de régimen intensivo, según datos de Interporc, la Organización Interprofesional Agroalimentaria del Porcino de Capa Blanca. Y estas granjas, según Greenpeace, son las más dañinas para el medio ambiente, ya que “el sector porcino es el que más gases de efecto invernadero emite dentro del sector ganadero, cerca del 50% de las emisiones”, agrega Luis Ferrerin, responsable de agricultura de Greenpece España.

Olivos ecológicos

Desde el Alto de la Muela, rodeados de preciosos olivos ecológicos plantados en un terreno muy poroso y cuyo fruto está a punto de recogerse, se divisa a lo lejos Baños de la Encina, uno de los pueblos más bonitos de España al que, pese a estar a siete kilómetros de la nueva infraestructura, llegarían los malos olores de la macroplanta, según la prueba de rosa de los vientos que se ha realizado.

Los terrenos de la macrogranja, donde antes había una cantera que dejó de funcionar hace años, fueron obtenidos por la empresa a través de un banco por una condonación de deuda y en 2019 la empresa de piensos comenzó los trámites, “pero nosotros no nos hemos enterado hasta 2022”. Fue un vecino que tiene un negocio de ganadería extensiva de Baños el que dio la alerta tras leerlo en el BOJA (Boletín Oficial de la Junta de Andalucía).

Así, los vecinos se reunieron con los alcaldes de los dos municipios y se enteraron de que el proyecto se encuentra en el proceso de “restauración paisajística” del terreno. Desde entonces están siendo vigilados cada paso tomado por la empresa responsable de la obra, y ya han denunciado ante el Seprona y la Guardia Civil y el Ayuntamiento presuntas irregularidades: tenían permiso para hacer un pozo “y han hecho tres”, podrían haber metido maquinaria sin tener los permisos y habrían derribado edificios sin el visto bueno administrativo donde habita además una especie de murciélago que está en riesgo; según denuncian desde el colectivo, los escombros podrían estar en el cauce de un arroyo sin haber sido procesados como la ley marca presuntamente.

Desde la plataforma y las asociaciones ecologistas temen que el daño que produzca la macrogranja sea irreversible. “Sería una catástrofe, para empezar para los olivos. La aceituna tiene una capa que la recubre y depende de la zona donde esté plantado el olivo da una calidad u otra- Esa capa puede ser atravesada por los contaminantes generando aromas y sabores en el aceite que lo hacen muy difícil de comercializar e incluso no apto”, apuntan desde la plataforma, donde recuerdan que una instalación de este tamaño generaría al año “hasta tres piscinas olímpicas de purines, más luego el agua de arrastre y limpieza”.

Vista de los terrenos donde se ubicaría la macrogranja. EPE

Vista de los terrenos donde se ubicaría la macrogranja. / EL PERIÓDICO DE ESPAÑA

Pese a que la empresa se ofreció en una reunión con el alcalde y la oposición a hacer una fábrica de biocombustible anexa a la granja, la plataforma advierte que siempre hay “un tanto por ciento que no es depurado”, y muchas veces las empresas las hacen y luego “te dicen que no son factibles y las tienen que cerrar”. Piensos Jiménez también dijo que pondrían "aire acondicionado e hilo musical" en la macrogranja.

Ferreirin, de Greenpeace, advierte que los purines -mezcla de los excrementos sólidos y líquidos del ganado- son “grandes emisores de metanos, ya que generan mucho amoniaco”. En ese sentido recuerda que España lleva desde 2010 incumpliendo los límites de emisiones de amoniaco. “En 2020 se incrementó el umbral y seguimos incumpliendo. Cada granja nueva es un clavo más”, aprecia el responsable de agricultura del colectivo ecologista, que destaca el “grave problema de contaminación por nitratos” que producen las granjas por “las ingentes cantidades de excrementos” que generan.

De igual forma, tira por tierra la función de “las plantas de biogás, que son grandes contaminadoras”. “Hay muchas en muchos sitios y acaban recogiendo los residuos de los municipios cercanos o de toda la provincia donde están y deben transformarlos en compost. Generan grandes residuos llamados digestatos, que son peor que los purines, ya que tienen otras cosas mezcladas. Es una bomba de relojería, cargada de nitratos, minerales pesados y que acaba en los acuíferos contaminando el agua. Ese es el efecto más tangible”, resalta.

En ese sentido recuerda que la Comisión Europea ya ha tomado cartas en el asunto y ha llevado a España al Tribunal de Justicia Europeo por la contaminación del agua. En el caso de llegar sanciones no las pagarían las empresas ganaderas, sino todos los contribuyentes. A todos estos inconvenientes, hay que añadir el problema de los malos olores y el tránsito constante de camiones de entrada y salida para el transporte del ganado que traería. Hasta varios prestigiosos catedráticos de Jaén y Granada han remitido a la Junta un informe en contra del proyecto por su daño ambiental.

Cientos de palés de ladrillos apilados en una ladrillera de Bailén.

Cientos de palés de ladrillos apilados en una ladrillera de Bailén. / EL PERIÓDICO DE ESPAÑA

Por ahora el proyecto parece “parado”, señalan en la plataforma, aunque sigue pendiente de los permisos pertinentes de la Delegación de Medio Ambiente de la Diputación -que ya le ha obligado a cambiarlo en varias ocasiones- y de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. Y es que, según destacan, la macrogranja podría necesitar hasta 360.000 litros diarios que obtendrían del acuífero Bailén-Guarroman-Linares, que “no tiende a regenerarse, y una sobreexplotación supondría que el regadío en los olivares se vería afectado”. Por otro lado, añaden que esta empresa en concreto ya fue sancionada a pagar una multa de casi 700 euros por lanzar vertidos de forma canalizada al río Torres en otra de las macrogranjas que tienen.

Desde la plataforma recuerdan que los dos alcaldes, el de Bailen y el de Baños, están apoyándoles en todo lo que precisan, aunque “piden más acciones”. “Es que es un proyecto que no revierte nada para el pueblo; dicen que generarán 11 puestos de trabajo, pero serían técnicos, vendrían de otras granjas, por lo que no beneficiarían al pueblo”, aseguran sobre uno de los graves problemas de la localidad, que en la época de la burbuja era la capital del ladrillo -en su día se generaban 350 toneladas diarias en las 40 ladrilleras fabricando a todas horas-, pero que ahora tiene un paro superior al 22 por ciento. Cientos de palés con ladrillos se apilan en los patios de las fábricas, la inmensa mayoría sin producción.

Entretanto, la opinión mayoritaria del pueblo es mostrarse en contra del proyecto. “En Vilches había varias y siempre han olido mal, es un pestazo”, asegura Jesús, universitario de vacaciones, mientras pasea por la principal calle peatonal del pueblo, de cuyos balcones cuelgan luces navideñas y papa noeles. “El Ayuntamiento solo mira por él, y tontos no somos. Alguien se va a aprovechar de todo esto”, asegura Juan. “Es malo para el medio ambiente y no genera empleo”, añade Ana. Aunque hay residentes, como Manuel, jubilado, que no la ven con malos ojos: “A mí no me parece mal. Cuando pusieron la fábrica de las ‘tres erres’ para tratar el alpechín, que huele fatal, nadie protestó. Como era cosa de las olivas…”.