Después de las polémicas acumuladas en torno a Macarena Olona, primero por su cuestionado empadronamiento en Salobreña (Granada) y, después, por su perfil duro en el debate electoral el pasado lunes, los carteles electorales con abanico incluido o la escasa agenda pública hasta este viernes, la formación de Santiago Abascal se mantiene firme en la idea de su candidata a las andaluzas “sorprenderá” en la noche electoral y formará parte del próximo Gobierno autonómico.

En la cúpula nacional insisten en que las encuestas “vuelven a infravalorar” a Vox y, aunque admiten que Juanma Moreno Bonilla “está consolidado”, reiteran que no habrá “pinchazo” de Olona.

“Si Moreno cree que vamos a ceder, que tenga buena suerte. Tiene que sacar 55 escaños”. Un dirigente con mucho peso en el partido resume así la situación actual, a siete días de que se abran las urnas, para dejar claro que las instrucciones de la dirección nacional son las de exigir entrar en el Gobierno mientras el PP necesite los votos de Vox y no consiga la mayoría absoluta. Evitan diferenciar el voto afirmativo o la abstención (Moreno Bonilla cuenta con sumar más que toda la izquierda junta, como ocurrió en la Comunidad de Madrid). 

En Vox existe la creencia de que sus electores no penalizarán mantener el órdago hasta el final, incluso si llega a plantearse la repetición de elecciones. Un escenario que al arranque de la campaña Moreno Bonilla planteó y sobre el que después ha evitado insistir. En el entorno de Santiago Abascal aseguran que el caso de Madrid fue muy particular por la candidatura de Isabel Díaz Ayuso, que contaba con la total simpatía y aceptación de sus votantes. Pero como ocurrió en Castilla y León, en las filas de Abascal aseguran que sus electores piden entrar en los gobiernos para “cambiar las cosas”. “Juanma no es Ayuso para nuestros votantes”, repiten una y otra vez.

A eso se suma que tras haber conseguido entrar en el ejecutivo castellanoleonés que dirige Alfonso Fernández Mañueco, quedarse ahora fuera del andaluz supondría un paso atrás. Un fracaso electoral que en Vox no contemplan. “La mayoría absoluta está en 55 escaños. Si Juanma los consigue no hay nada que hablar. Si no los consigue y nos necesita, ya sabe lo que hay”, zanjan.

Tampoco contemplan la fórmula de que Ciudadanos consiga resistir. Juan Marín, el candidato naranja, aspira a mantener entre uno y tres diputados que se sumarían de manera inmediata al bloque popular. El resultado sería una mayoría superior que contribuiría a forzar la abstención de Vox y evitar que entrara en la Junta. Dirigentes de la cúpula de la formación ultra reiteran que Ciudadanos “desaparecerá” y aseguran que en sus sondeos internos no obtienen representación.

En Vox se resisten a dar cifras exactas y compartir datos de las encuestas que manejan, pero dirigentes de la cúpula aseguran que ninguno de los estudios recientes (que sitúan a Vox por debajo de los 20 diputados) “acertarán”. De hecho, la creencia instalada en el partido de Santiago Abascal es que superarán ese número de escaños (algunos hablan de entre 23 y 26) y creen que Moreno Bonilla, “que va a crecer mucho”, se quedará lejos de los 50

Recuerdan que el dirigente popular consiguió ser investido con el peor resultado del partido en Andalucía (26 diputados) y que el crecimiento, que será muy importante, también está escudado por el “margen” que le da haber sacado tan malos datos en 2018. No es desde luego la visión que tienen en el PP, que al contrario, ven a Moreno rozando la barrera de los 50 y consideran que Vox, a pesar de los “fuegos de artificio” en sus declaraciones, tendrá que “terminar aceptando” la situación que dejen las urnas. Dicho de otra manera: en Génova siguen pensando, como también en la Junta andaluza, que con los resultados en las manos tendrán muy difícil exigir su entrada en el Gobierno.

Como publicó este diario, los principales barones del PP respaldan a Moreno en la amenaza de la repetición electoral e incluso consideran que llegado el momento “debería jugar esa carta” si Vox imposibilita un Gobierno en solitario. En la formación de Feijóo entienden que los electores de Olona no entenderían que con una diferencia “tan inmensa de apoyos” estuvieran dispuestos a forzar elecciones “solo por tocar poder”.

Modular la "sobreactuación"

A pesar del cierre de filas con Olona y la defensa de que el partido “no esconde a su candidata” por el hecho de no haber tenido mítines durante varios días seguidos (fue el propio equipo de Olona el que advirtió que no tendría ningún otro hasta el viernes de la mano de Abascal), en el partido sí reconocen que la dirigente se enfrenta “por primera vez” a “formatos desconocidos” de una campaña electoral. 

El debate de la semana pasada en TVE fue un ejemplo. En Vox defienden “el perfil propio” de la aún diputada (dijo renunciaría al acta en el Congreso, pero al final lo hará más adelante) que, entre otras cosas, incluye su forma de expresarse y la dureza tan característica en el tono. Pero, al mismo tiempo, asumen que “nunca había debatido” como en esa ocasión y que pudo verse “sobreactuada” en algunos momentos. No abunda la autocrítica, pero sí el reconocimiento de que puede haber “ajustes” que se harían visibles, si finalmente los hay, en el debate del lunes de Canal Sur.

En el PP consideran que Olona dio una imagen de “hiperactividad” que chocó con la mayoría de candidatos, especialmente con el presidente de la Junta, y el propio formato de un debate televisado; y que era más propio de una intervención en el Congreso o un mitin rodeada de sus simpatizantes. “No midió bien”, aseguran por el discurso "radical" y la forma de expresarse. Otros diputados populares zanjan: “Fue ella en estado puro”.