Diario Córdoba

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iniciativa específica y pionera en españa

Andalucía impulsa un protocolo de atención a gitanas maltratadas

Protegerlas y erradicar discriminaciones son los objetivos del Instituto Andaluz de la Mujer | El documento destaca que hay que acabar con la «incompetencia cultural» de los profesionales

La sombra de una mujer sentada en una cama.

Mujer, gitana, víctima de violencia de género y discriminada incluso por el sistema que debe protegerla. El antigitanismo, los prejuicios, los sesgos y el desconocimiento generalizado del pueblo gitano, y en particular de las gitanas, dificultan la atención a las mujeres maltratadas que integran este colectivo. Para atajarlo, Andalucía ha elaborado un protocolo pionero con el objetivo de mejorar la intervención las víctimas gitanas de la violencia machista. Salir de la violencia de género es difícil, pero la realidad de aquellas que son gitanas es aún más compleja, pues padecen diversas discriminaciones que deben ser tenidas en cuenta por los profesionales para prevenir, detectar, combatir el maltrato, atender y reparar el daño sufrido. La principal discriminación, junto a la violencia de género, es el racismo específico que sufre el pueblo gitano, el antigitanismo, que las sitúa en el disparadero de la desigualdad, la exclusión social y la pobreza.

Mujeres gitanas víctimas de violencia de género. Protocolo para la atención específica, elaborado por el Instituto Andaluz de la Mujer, pretende formar a todos los profesionales implicados en la lucha contra este maltrato machista (trabajadores sociales, psicólogos, sanitarios, educadores, fuerzas y cuerpos de seguridad, operadores jurídicos...) para que comprendan la complejidad de este fenómeno y darles las herramientas adecuadas para ayudar a estas mujeres.

Derribar estereotipos

Cuando vamos a atender a una mujer gitana y nos va a contar su historia, con la idiosincrasia de los factores de riesgo (familiares, culturales, de pobreza, de sentimiento de discriminación antigitana), lo más probable es que los profesionales caigamos en estereotipos como que las mujeres gitanas son machistas y ven normal la violencia de género.

Es un error, hay que hacer un análisis más complejo y entender que las mujeres gitanas están viviendo muchas discriminaciones y eso les impide salir de situaciones de desigualdad y violencia», explica la coordinadora del protocolo andaluz, psicóloga y miembro de la junta directiva de Fakali Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas, María Carmen Filigrana. La sociedad mantiene multitud de prejuicios y estereotipos sobre el pueblo gitano, que recaen con más fuerza sobre las mujeres. Lo asocia a la marginalidad y lo estigmatiza, se expone en el protocolo. Por eso, derribar los estereotipos de los profesionales es uno de sus objetivos centrales.

A las gitanas «se las vincula con el mantenimiento y alimentación de los roles y estereotipos sexistas propios del patriarcado más rígido y medieval» y es habitual «cometer el error de usar argumentos culturales para justificar costumbres machistas cuando se aborda la realidad de una victima gitana»: «Es fundamental remarcar la evidente diferencia entre lo que está dentro de la esfera de la idiosincrasia de lo gitano y lo que son manifestaciones machistas y violentas injustificables», subraya el protocolo.

Otro de los estereotipos con los que pretende acabar el documento es con la concepción de que las mujeres gitanas son un colectivo homogéneo, cuando son diversas en función del estrato social al que pertenecen, el territorio en el que viven, su familia, su religión o su edad.

El protocolo destaca que hay que acabar con la «incompetencia cultural» de los profesionales, esto es, que haya una falta de empatía respecto a sus vivencias y posición social y ello conduzca a una actitud condescendiente y paternalista. Las personas gitanas aparecen entonces como inferiores o incapaces de gestionar su empoderamiento. También se dan casos en los que se criminaliza la falta de respuesta de la víctima diciendo que es por su «pertenencia cultural».

«La incompetencia cultural provoca problemas de entendimiento con los profesionales de estos servicios, sentimientos de exclusión, rechazo, desconfianza y distanciamiento hacia estos dispositivos por parte de las mujeres gitanas», una realidad que puede verse agravada por la falta de un lenguaje claro y sencillo y trámites complejos. Filigrana sostiene que el antigitanismo está interiorizado, igual que el machismo, por eso es necesaria la formación y la reflexión de los profesionales para desprenderse de él. El documento del Instituto Andaluz de la Mujer insiste en que la violencia no es parte de la cultura gitana y combate estereotipos como que «las gitanas que no se quieren integrar, no avanzan»; ellas «son más machistas» o «sólo aspiran al matrimonio y la maternidad».

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