El PSOE andaluz inicia hoy un congreso extraordinario sin intrigas ni vendettas. La presidenta de la Junta, Susana Díaz, ocupará, arropada por un gran apoyo interno, la secretaría general del partido relevando por segunda vez en dos meses a José Antonio Griñán. El cónclave servirá para sellar la paz interna en un partido que ha vivido de forma convulsa desde que en 2009 Manuel Chaves se marchó. Con su relevo se fueron también casi dos décadas de victorias electorales y calma entre las familias socialistas. Con Díaz llega de nuevo la estabilidad interna, aunque todavía queda por ver si esta renovación del PSOE-A es entendida en la calle y pasa el examen de las urnas.

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Díaz, la primera mujer en acceder a la secretaría general, representa a sus 39 años el relevo generacional en el partido y un armisticio político tras casi cuatro años de guerras internas. Pocos hubieran dicho en el último cónclave del PSOE-A, que se celebró en junio de 2012, tras lograr Griñán contra pronóstico mantener en manos socialistas la Junta y en el que se evidenció que había un 30% de críticos y descontentos con su gestión, que este valor del partido, con fama de dura e implacable frente a sus enemigos, iba a ser la encargada de cerrar las heridas internas. Lo ha hecho integrando y dialogando.

La futura presidenta de los socialistas andaluces, Micaela Navarro, demuestra esa apuesta. Navarro fue uno de los rostros visibles que apostaron por Alfredo Pérez Rubalcaba en el último congreso federal mientras que Díaz jugaba fuerte por Carme Chacón. La exconsejera ha sido --muy a su pesar-- el rostro político que los críticos utilizaban cada vez que plantaban cara a Griñán.

La fulgurante carrera de Díaz en la política andaluza tocará techo hoy sábado cuando se convierta, como recuerdan desde su ejecutiva, en la mujer socialista que más poder ha ostentado en el partido. Va a ejercer de número uno y ha decidido un nuevo modelo de partido en el que no haya nadie que le haga sombra. No quiere un número dos al uso sino varias secretarías entre las que se divida el poder. Díaz aspira a dirigir el partido a la vez que el Gobierno, lejos de lo que hicieron sus antecesores, Chaves y Griñán, que han ocupado muy poco tiempo su despacho en la calle San Vicente y optaron por dejar las tareas internas en manos de eficaces segundos.

Hay pocas incógnitas por resolver. Díaz suprimirá la vicesecretaría general que ostentaba Mario Jiménez, a quien situará en la portavocía del Parlamento andaluz. Ella misma ha contado que le ofreció dedicarse al Senado pero que él optó por seguir vinculado a la política andaluza. Según trasladan fuentes socialistas, Jiménez ha aceptado con "resignación" su retirada como número dos. Con su relevo, Díaz se coloca como la única de los tres jóvenes socialistas a los que Griñán entregó el partido cuando sustituyó a Chaves en la secretaría general. Junto a ella partieron Mario Jiménez y Rafael Velasco, que dimitió de forma sorpresiva poco después de su designación. Díaz se encargó de ocupar el espacio que dejó Velasco y así comenzó a consolidar su poder en el PSOE andaluz. Con la retirada de Jiménez queda en el camino el único rival serio que llegó a tener Díaz en la sucesión de Griñán.

LIDERAZGO CONSOLIDADO El PSOE andaluz lleva meses vendiendo el cambio. La futura secretaria general ha logrado consolidar su liderazgo en apenas dos meses y no solo en el ámbito andaluz, también en el nacional. Díaz ha emergido como referente en un PSOE huérfano de liderazgos y deseoso de renovación para salir del hoyo político en el que quedó hundido tras la aplastante mayoría del PP hace ahora dos años. Su nombre suena en las quinielas como sustituta de Alfredo Pérez Rubalcaba, aunque ella niega que vaya a dar ese salto.

El congreso del fin de semana en Granada, con el lema Andalucía, la fuerza que nos une, batirá récord de asistentes y está llamado a ser casi un besamanos a la dirigente andaluza. El PSOE-A tiene puesto el altavoz y lo que diga y haga repercutirá de forma muy directa en Ferraz y en las primarias pendientes para designar al futuro candidato de los socialistas a la Moncloa.