Contra Samuel Benítez, el que fuera amigo desde la infancia de Miguel Carcaño, acusado de ayudarle a hacer desaparecer el cuerpo de Marta del Castillo, no hay ni una sola prueba biológica. Tampoco contra Javier Delgado, el hermano de Miguel, ni su novia María García, cuyo ADN aparece en un tensiómetro, el que supuestamente usaron para comprobar que Marta estaba muerta, pero sin que se pueda demostrar que los restos pertenecen a ese día. Parte de su acusación se basa en las horas en las que no pudieron ser localizados. Esta semana los testigos han desmontado en parte las coartadas a las que Javier y Samuel se aferran para defender su inocencia. La pregunta es: ¿es suficiente para sostener una acusación contra ellos?

En definitiva, lo que ahora hay es un complejo puzzle de horas que se complica aún más si en estos tramos horarios tan ajustados se produjeron dos violaciones, como afirman las acusaciones. Para éstas, el hecho de que la psicóloga de la prisión haya dado veracidad al intento de suicidio de Miguel en prisión tras confesar estos hechos es un punto a favor. Además, el joven escribió una carta dirigida a su abogada en la que insistía en que contó la verdad. Luego volvió a cambiar de declaración, asegurando que todo se lo inventó para eludir un jurado y que no sabe dónde está el cuerpo porque se lo llevaron Samuel y el Cuco.

En cuanto a Miguel, todos los miembros de la familia de Camas han corroborado la posibilidad de que saliera por la ventana de madrugada para deshacerse del cuerpo. Las defensas intentaron dejar en evidencia que es imposible y que todos intentan cubrir a la menor Rocío, que ha cambiado de versión tres veces.