Llegó en diciembre al TSJA tras 22 años en la Audiencia de Cádiz, una ciudad que ha sido fundamental en su vida profesional y personal, ya que está casado con una gaditana y tiene tres hijos. Se ha instalado en Granada porque le gusta vivir donde trabaja, y si es posible ir andando, pero admite que el cambio es difícil.

Aspira a recorrerse todos los juzgados para saber de primera mano sus problemas, que reconoce muchos y endémicos, aunque se muestra optimista. Se opuso a la huelga de jueces del 2009 contra lo que defendía la Asociación de Jueces Francisco de Vitoria, a la que pertenece. Aficionado a la fotografía, se suelta más al posar que al hablar, donde mide cada palabra.