El parlamentario electo de Izquierda Unida, Antonio Romero, negó ayer ante el juez haber coaccionado al propietario de un bar de Málaga para que cerrase durante la huelga general del 20 de junio, y rechazó que causara lesiones a un anciano cliente del establecimiento.

En su declaración en un juzgado de Málaga, negó haber insultado al anciano con frases como "fascista, hijo de puta y cabrón", pese a que cuatro policías han manifestado que se las dijo y que además cuando estaba siendo escoltado hasta el establecimiento Romero le dio un golpe en la mano.

Por otra parte, respecto al dueño del bar, negó que le coaccionara para que cerrara y dijo que "sólo pretendía defender mis derechos apoyando la huelga, hacerles comprender que era bueno el cierre por los derechos de Andalucía y fue muy respetuoso".

Esta versión se contradice con la del dueño del bar, que mantiene que Antonio Romero le dijo que tenía que cerrar "por las buenas o por las malas", que iba al frente del piquete y que incitó a los demás a vaciar las aceiteras por las mesas y tirar las servilletas al suelo.

El fiscal ha solicitado que Romero sea condenado a pagar una multa de 2.700 euros por tres faltas de coacciones, una de injuria, dos de lesiones y una de daños, mientras que la defensa de Romero pide la libre absolución.

La acusación pública entiende que Antonio Romero, durante la discusión con el propietario del bar, le llamó "fascista" en varias ocasiones, al tiempo que le advertía de "que si no cerraba por las buenas lo haría por las malas".