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ENTREVISTA / HELENA COSANO

«Sería tremendo un retroceso en los derechos de la mujer»

Diplomática, escritora y miembro de la Real Academia de Córdoba

«Sería tremendo un retroceso en los derechos de la mujer»

Helena Cosano ha pasado toda su infancia de un país a otro debido a la profesión de su padre, el diplomático Antonio Cosano, natural de Aguilar de la Frontera. Tras cursar sus estudios universitarios de Filosofía, Psicología, Derecho y Filología Rusa en París, Viena, Madrid y Moscú, en el 2004 aprobó los exámenes de ingreso a la Carrera Diplomática y como destinos ha tenido Kazajstán o Ginebra. De su labor como escritora destaca su reciente obra, Teresa, la mujer, bajo cuyo argumento giró su discurso de ingreso en la Real Academia el pasado jueves.

-Aunque es nacida en la India, sus raíces están en esta tierra, por lo que supongo que su ingreso en la Real Academia de Córdoba será algo especial.

-Mucho, para mí es una gran alegría, porque aquí he pasado mis vacaciones escolares, las navidades, el verano… En definitiva, los momentos más felices de mi vida los he vivido aquí. Aunque he residido siempre fuera, me siento cordobesa.

-Su discurso de ingreso como académica correspondiente por Madrid ha versado sobre su libro, ‘Teresa, la mujer. Confesiones de Teresa de Ávila a las puertas de la muerte’. Háblenos de esta obra, muy llamativa porque nos muestra un perfil muy diferente de la santa.

-En el libro analizo los diferentes roles de esa gran mujer a lo largo de su vida, porque era increíblemente polifacética, y eso no nos lo han enseñado. Todos tenemos una visión de ella bastante simplificadora y nos la imaginamos como una monja gris cuando realmente tenía una personalidad arrolladora, una voluntad de hierro, mucha disciplina y una gran alegría, lo que la llevó a hacer cosas que eran raras en una monja de clausura. Ella, por ejemplo, era muy atractiva y tenía una corte de pretendientes que hizo que su padre temiera por su honra y la metiera en un convento con 16 años. Pero eso no se ha hablado. Otra faceta de ella es como fundadora, donde fue maestra de muchos oficios, porque tenía que buscar el terreno, autorizaciones, fondos e intentar que los poderosos la protegieran. Llegó a escribir al Papa y a Felipe II. Ella lograba lo que se proponía a través de la diplomacia que practicaba, porque sabía convencer y persuadir.

-Habla de la diplomacia de Santa Teresa, precisamente la profesión a la que se dedica usted. La práctica de esa diplomacia, que en ocasiones es un arte, ¿solucionaría muchos de los problemas de la sociedad actual?

-Sin duda. Como valor, la diplomacia debería practicarse más en la sociedad, ponerse en el lugar del otro, la empatía, la persuasión, y dejar atrás la fuerza o violencia verbal. Eso sería muy importante.

-Le he escuchado decir que usted no es la misma persona desde que ha conocido en profundidad esta figura histórica. ¿Qué le ha marcado de ella?

-Es un alma muy grande y acercarse a ella inspira, ilumina y da fuerza. Cuando, por ejemplo, me acerco a los padecimientos físicos de esta mujer, me doy cuenta de que todo lo que me pueda pasar en esta vida es muy poquito. Y esa voluntad que ella tenía, ese arrojo y esa alegría, siempre cantando; es un modelo a seguir. En un siglo patriarcal, era una mujer muy inteligente, muy culta, con vivencias paranormales. Sus experiencias místicas son difíciles de explicar por los científicos, pero las monjas cuentan que la veían levitar; ella veía siempre visiones de santos, difuntos, ángeles, demonios… Hoy en día dirían que tenía un problema mental, pero en la época aseguraban que estaba poseída por el maligno, es decir, que era bruja.

-¿Puede decirse de ella que es uno de los personajes más manipulados de la historia? Las ideologías han jugado ahí su papel y han querido apropiársela.

-Así es. Las diferentes ideologías han querido apropiársela y, si vemos la historia real, ella estuvo en el punto de mira de la inquisición y, finalmente, decidieron que era santa, pero porque no pudieron con ella. A partir de ahí nos la han vendido muy bien. Una mujer de la época debía de estar sometida, no tener cultura. San Pablo decía que la mujer no estaba hecha para enseñar y ella predicaba, en cierta forma. Eso no quedaba bien. Realmente, era una persona que no iba con la sociedad de su época.

-¿Era precursora del feminismo?

-El término feminismo, hoy polémico, en su época no existía, pero los valores que Teresa de Ávila promueve son los de las feministas actuales, es decir, que la mujer acceda a la cultura, a las escuelas, a la universidad, que aprenda la lengua, que hable, que sea económicamente independiente. Ella a sus monjas les pedía que trabajaran, que bordaran, cosieran, fregaran, cocinaran; quería que fueran autónomas. Para ella, el matrimonio era algo tremendo, porque no era una unión entendida como ahora, con una cierta igualdad de derechos y obligaciones. Ella decía que el matrimonio era una servidumbre en la que una mujer entregaba su cuerpo a un hombre y le juraba obediencia, y que este le robaba a veces no solo el cuerpo sino también el alma.

-Es una frase muy dura.

-Estoy de acuerdo, lo es. Les decía a sus monjas, las carmelitas descalzas, que dieran gracias al señor porque le servían a él, a un señor tan absoluto y tan perfecto, y no a un ser humano, lleno de imperfecciones que además las tendría esclavas. La mujer de la época, cuando estaba casada, no tenía derecho a tener ni estados de ánimo propios. Era duro ser una mujer casada en ese momento y ella, cuando decide tomar el hábito, no tiene una vocación de ser monja, sino que lo hace para huir del matrimonio.

-Santa Teresa quizás sería una de las mujeres que han portado una pancarta en las diferentes manifestaciones que se han producido en Andalucía con motivo del cambio de Gobierno y al grito de ni un paso atrás. ¿Qué le parecen estos posicionamientos?

-Me considero muy feminista, en el sentido de que creo que las mujeres tenemos que luchar por la igualdad, pero para que podamos elegir los roles que nos gustan como individuos, independientemente de que seamos hombre o mujer. Sí me parecería tremendo un retroceso en los derechos de las mujeres y su protección. En estos días pasados he estado en Chipre y no conozco de cerca las implicaciones de lo que ha ocurrido en Andalucía. Las feministas han dicho siempre que nada está adquirido para siempre y que en cualquier momento puede haber un retroceso. Si pensamos en lo que ha pasado en Irán, donde las mujeres en los años 60 iban con minifalda, con el pelo suelto y trabajaban, en cierta manera, da qué pensar. No creo que nada de eso ocurra en España, pero hay que estar alerta.

-Usted, que ha vivido y viajado por tantos países, habrá comprobado además que los parámetros universales no existen.

-Todo varía según el país y las épocas. Es todo muy relativo. Lo que es una mujer asiática y lo que puede o debe hacer no tiene nada que ver con la situación de la mujer africana, pero en cada sitio se respeta.

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