Paisajes literarios
La antigua villa de Froniano
En las obras de San Eulogio se hace mención a un monasterio dedicado a San Félix, que se encontraba en la villa de Froniano, antigua población que algunos autores identifican con Trassierra.

Vista del cerro del Trigo. | J. AUMENTE

Los orígenes de la antigua villa de Trassierra se remontan como poco a los procelosos episodios de la Reconquista y se tiende a situar su iglesia dentro de un ciclo de arquitectura mudéjar con reminiscencias almohades fechado en los primeros años del siglo XIV, aproximadamente de la misma época que la sinagoga de Córdoba. Sin embargo, este edificio parece enmarcarse en un recinto más antiguo, al parecer tardo romano, o quizás mozárabe, del que se conservaría un lienzo de muro de argamasa orientado al Norte y Evangelio de la actual iglesia. De hecho, en su Inventario monumental y artístico de la provincia de Córdoba, Rafael Ramírez de Arellano relaciona el origen de Santa María de Trassierra con un antiguo asentamiento mozárabe llamado Froniano, que surgiría en torno a un desaparecido monasterio dedicado a San Félix, del que nos habla San Eulogio en sus libros Documentum martyriale y Memoriale sanctorum.
Al relatar respectivamente los martirios de los santos Pedro, Walabonso, Sabiniano, Wirtremundo, Habencio y Jeremías, y los de las vírgenes Flora y María, San Eulogio cita como patria de San Sabiniano y de los padres de San Walabonso y María la villa de Froniano, «sito en las montañas de Córdoba, diez millas hacia el poniente», donde se ubicaba el monasterio de San Félix. La milla romana, establecida oficialmente por Agripa en el 29 antes de Cristo, medía aproximadamente 1.481 metros (5.000 pies), luego la villa de Froniano estaría a unos 15 kilómetros de Córdoba. Por su distancia y orientación podría corresponder perfectamente con Trassierra.
El caso es que la villa de Froniano -localidad asociada a la historia de la mártir Santa María, hija de padre cristiano y madre musulmana, quien se trasladó allí junto a su familia buscando un ambiente más seguro- desapareció por completo de los documentos históricos.

Vista de Trassierra, que podría corresponderse con el antiguo asentamiento mozárabe llamado Froniano.
En 1260, poco tiempo después de la conquista de Córdoba, el obispo Fernando de Mesa lleva a cabo una campaña para delimitar las parroquias de la diócesis y ya no aparece ninguna población llamada Froniano, aunque sí cita una parroquia de nombre desconocido hasta entonces, Santa María de Trassierra, cuya ubicación parece coincidir con la de la antigua villa mozárabe.
Pudiera ser que ese viejo lienzo de muro que aún se conserva en su iglesia fuera lo que quedara del antiguo monasterio de San Félix Froniano, que tras su destrucción en época de la dominación musulmana, resurgiera de sus cenizas como iglesia de una renovada población de nombre Santa María de Trassierra. Puestos a suponer, quizá esta iglesia cambiara la advocación de San Félix por la de Santa María, refiriéndose no a la Virgen María sino a la santa y mártir María, que junto con su compañera Flora recibieron martirio en el año 851, y que tan unida está a la historia de Froniano.
Como hemos comentado en anteriores capítulos, era frecuente que los monjes de los monasterios mozárabes se retiraran a pequeñas ermitas aisladas para orar y meditar; y, curiosamente, la respuesta de Fray Juan Ortiz Nadales al interrogatorio del Geógrafo del Reino, Tomás López, sobre Trassierra, efectuada en 1782, confirma que a finales del siglo XVIII aún existían vestigios de dos ermitas dedicadas a San Sebastián y San Cristóbal.
Al menos la memoria de ésta última perdura en la toponimia del monte donde se ubicaba, que no es otro que el también conocido como cerro del Pozo de la Nieve, por la decimonónica infraestructura que allí aún se conserva. Si se asciende desde el pequeño campo de fútbol de Trassierra a lo más alto del cerro de San Cristóbal, veremos cerca de donde han colocado un par de merenderos un túmulo terrizo repleto de restos de tejas y ladrillos, seguramente todo lo que quede de la mencionada ermita.
Otras ubicaciones
A mediados del siglo XIX, Ramírez y Las Casas-Deza se aventuraba a dar otra ubicación para la legendaria villa de Froniano, basándose en los datos que en el siglo XVIII había aportado Baquera de Torquemada: «En la dehesa de Villalobillos que dista de Córdoba tres leguas al occidente y una corta de Trassierra se encuentra un anchuroso valle que confina con el Norte con unas laderas, asperísimas vertientes en el Guadiato, donde estuvo la población de Troniano, como lo demuestran los vestigios de edificios, calles y otros fragmentos, cuya extensión denota que son los restos de una pequeña población. Este sitio, por los muchos que allí se ven, tiene por nombre los Argamasones. También se encuentran algunas cortas ruinas en el cerro llamado del Trigo, situado cerca de la confluencia de Guadiatillo con Guadiato, que algunos han creído del monasterio de San Felix; pero éstas son más bien de alguna ermita dependiente del monasterio donde acaso se retirarán los monjes a ejercicios de devoción. Al poniente del cerro del Trigo, en la unión de los expresados arroyo y río, se encuentra una fuente que llaman Santa».
En 1909, Manuel Gutiérrez de los Ríos y Pareja Obregón, marqués de las Escalonias, escribe una serie de artículos sobre fundaciones monásticas en la Sierra, publicados en Diario CCÓRDOBA; y al ocuparse de San Félix Froniano, detalla aún más la localización del paraje conocido como los Argamasones: «Está situado en el anchuroso valle que existe a tres leguas de esta ciudad de Córdoba, al poniente de la dehesa de Villalobillos, lindante con la otra de las Cuevas, la Jarosa, la Porrada, Valdíos de Trassierra y río Guadiato».
El cerro del Trigo
Debemos buscar un amplio valle de algún arroyo que desemboque en el río Guadiato, al norte del cortijo de Villalobillos y cerca del cerro del Trigo. El de mayor entidad y que además se ajusta a esa localización es el barranco Naranjuelos. Existe un camino que baja paralelo a dicho barranco y que llega al río Guadiato, coincidiendo en gran medida con un camino de carnes, la vereda del Vado de Linarejos, que se inicia en el paraje conocido como la Cruz de la Mujer, desde donde se desvían otras dos vías pecuarias, la vereda del Vado del Panduro y la de La Porrada. Una conocida leyenda cuenta que en ese cruce de caminos había una cruz en recuerdo de una mujer que allí mismo fue devorada por los lobos. Como es sabido, los mitos se perpetúan en el tiempo aunque cambien los nombres de sus protagonistas; y no debe ser casualidad que la madre de la mártir Santa María también muriera atacada por estos cánidos; y el padre, no pudiéndose hacer cargo de sus dos hijos, Walabonso y María, los entregara a los cenobios de San Félix y de Cuteclara respectivamente.
Hace ya más de treinta años que prospecté esa zona y no encontré vestigio alguno de Los Argamasones. En todo caso, es destacable el valor natural de estos espléndidos parajes, que, como el cerro del Trigo, quedan dentro de los límites del parque natural de la Sierra de Hornachuelos, en cuyo Plan de Ordenación de los Recursos Naturales aparece como zona de protección grado A y Reserva Botánica. De alguna manera ya lo percibió Baquera de Torquemada cuando refiriéndose a este cerro escribió: «Vestido de una enmarañada y densa breña de diversos vegetales que, texiendo entre sí la apacible confusión de sus floridos ramajes, le adornan, formando la más hermosa gala que se puede admirar en tan hermoso texido».
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