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Ventana a la naturaleza

El PGOM, una oportunidad para un nuevo diseño de ciudad

Nuestros regidores y los arquitectos urbanistas tienen una oportunidad de oro para establecer un modelo propio que pueda ser exportado a otras ciudades de Andalucía

Las sombras y el agua son fundamentales para bajar las altas temperaturas en las ciudades.

Las sombras y el agua son fundamentales para bajar las altas temperaturas en las ciudades. / R. Arenas

Rafael Arenas González

Rafael Arenas González

Biólogo

Si una cuestión caracteriza a la ciudad de Córdoba son sus tórridos veranos, con una sequía extrema y unas temperaturas muy altas, con períodos de días consecutivos con temperaturas máximas de 40º y mínimas que no descienden de los 25º, las famosas olas de calor, cada vez más frecuentes y más largas. Este es un hecho irrefutable, ahí están los datos, con registros que año tras año van batiendo récords. No se puede negar la realidad.

En el informe de la Nasa de 2022 Too Hot to Handle: How Climate Change May Make Some Places Too Hot to Live se señala que las olas de calor se están volviendo más frecuentes e intensas. Para medir el estrés térmico, los científicos usan métricas como el índice de calor (temperatura aparente sumando humedad) o la temperatura de bulbo húmedo. La temperatura de bulbo húmedo es la temperatura más baja que puede alcanzar un objeto cuando el agua en su superficie se evapora. Cuanto más húmedo esté el aire, más difícil es que nuestra sangre/piel se enfríe por la sudoración. Se señala que el límite máximo de temperatura de bulbo húmedo que los humanos pueden tolerar cuando están expuestos al ambiente durante varias horas es de unos 35° centígrados.

Se prevé para 2050 que Andalucía experimente tres meses consecutivos con temperaturas de 35° o superiores, según el informe El futuro que no queremos, basado en datos de cuatro satélites del NCCS (Centro de Simulación Climática de la NASA). No es difícil interpretar que Córdoba es una seria candidata para incluirse en este club selecto, al que algunos con solvencia económica nos quieren llevar.

El calor extremo ya es una de las principales causas de muertes relacionadas con el clima en muchos lugares. Según un estudio del ISGlobal, en Europa durante el verano de 2023 fallecieron por calor 50.800 personas y 62.775 en el año 2024, de ellas 6.700 en España y 115 en Córdoba por dar algunas cifras. Otra publicación, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y el Grantham Institute, ha encontrado para 2025, a partir de los datos de 854 ciudades, que el calentamiento global era el responsable del 68% de las muertes, casi dos de cada tres de las registradas este verano relacionadas con el calor.

En este punto conviene anotar que el nuevo Plan General de Ordenación Municipal (PGOM) puede ser clave para diseñar el futuro de la ciudad. Nuestros regidores y los arquitectos urbanistas tienen una oportunidad de oro para establecer un modelo propio que pueda ser exportado a otras ciudades de Andalucía. Se vive en una isla de calor, donde el asfalto y el hormigón retienen el calor y funcionan como hornos durante el día y radiadores durante la noche. Una de las soluciones más recurrentes es apostar por incrementar la superficie de sombra con árboles urbanos. En esa linea parece ir el plan del arbolado, que después habrá que dotar de presupuesto si de verdad se quiere apostar por él. No obstante, debiera ser aún más ambicioso, y aquí el nuevo diseño de ciudad puede jugar un importante papel. Recientemente un estudio ha revelado que no basta con plantar árboles, estos necesitan agua para que funcionen como verdaderos refrigeradores, ya que sin humedad en el suelo no hay enfriamiento significativo. Por tanto, son necesarias la sombra y la evaporación. La sombra protege de la radiación solar con disminución de algunos grados y la evaporación del agua disipa el calor bajando aún más la temperatura. Este estudio señala que son necesarios 100 litros de agua por metro cúbico de tierra y que en verano son necesarios de 2 a 4 litros por metro cuadrado. Estas cifras en nuestro entorno quizás serían algo mayores y habría que recalcularlas. También se señala la conveniencia de permeabilizar todo lo posible el suelo para incrementar la infiltración del agua.

La disponibilidad de agua es un nuevo reto en la planificación urbanística de la ciudad si se aplica un modelo como el que se propone. Mucha agua que se utiliza en el riego de la infraestructura verde es potable, un lujo que hay que abortar. De siempre se ha dicho que la ciudad de Córdoba es rica en aguas surgentes provenientes de acuíferos que descienden de la sierra. Francisco Gamero cartografió y estudió la morfología y estructura de las antiguas conducciones de abastecimiento de aguas a la ciudad de Córdoba que en la actualidad se introducen en gran medida en el sistema de recolección de aguas pluviales. A esto hay que sumar que una iniciativa pretende desviar todos los arroyos que bajan de la sierra hacia el arroyo Pedroches, laminando el agua, es decir, inundando parte del valle. Todo este volumen de veneros y arroyos de aguas limpias que entran en la ciudad podría ser recogido en grandes depósitos y por gravedad «inundar» la ciudad durante los meses de primavera y verano irrigando una potente infraestructura verde.

La Universidad de Córdoba tiene un magnífico plantel de ecólogos e ingenieros que podrían desarrollar este modelo esbozado brevemente en este artículo si la Gerencia de Urbanismo y, en definitiva, el Ayuntamiento de Córdoba apostara por una ciudad verdaderamente sostenible y adaptada al cambio global en el que ya estamos insertos.

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